— ¿Éric Cisneros? Sí, claro, lo conozco muy bien. Es un excelente servidor público, gran operador. Fue por eso por lo que le pedí que me ayudara en la construcción de mi estructura electoral. Se equivocó, y él lo sabe, de pronto sintió que podía desplazarme de la preferencia de los veracruzanos. Pero errar es de humanos y creo que esta pausa en su actividad política le debe haber servido para reflexionar. Es un veracruzano valioso que seguramente le habrá de aportar mucho al segundo piso de la cuarta transformación.
¿De verdad alguien pudo siquiera imaginar que la gobernadora Rocío Nahle hubiera respondido así a los cuestionamientos sobre su relación con quien fuera secretario de Gobierno en la administración de Cuitláhuac García y -todos en Veracruz lo sabían- su operador electoral … hasta que le ganó la ambición?
No, por supuesto que no. Lo poco que hemos podido conocerla nos permite detectar una buena dosis de rencor en su carácter. Con ella -dicen quienes la conocen- no hay medias tintas: el que se la hace, se la paga.
Ese es el caso de Éric Cisneros.
— No, no tengo relación con él.
Esa fue la escueta y cortante respuesta.
Pero la pregunta era obligada. Desde las elecciones municipales y en los más recientes movimientos figuran personajes que trabajaron muy cerca de Cisneros Burgos.
Aquí tenemos que recapitular.
Desde antes, incluso, de que Cuitláhuac García asumiera la gubernatura de Veracruz, en Morena todos sabían que “la siguiente en la lista” era Rocío Nahle. En aquel entonces había una certeza: Éric Cisneros había sido colocado en la segunda posición dentro del gabinete estatal, con el encargo de construir un equipo, la plataforma electoral que habría de operar para Rocío Nahle en el 2024.
Y Éric Cisneros concentró su atención en cumplir con la encomienda. Su problema es que olvidó vacunarse antes de entrar en contacto con la clase política veracruzana. Sin darse cuenta fue inoculado por ese virus que provoca una enfermedad a la que se le conoce como “ambición de poder”.
De pronto vio que a donde llegaba era recibido con algarabía, que desde su oficina, en los hechos, ya estaba gobernando la entidad (esa fue la aportación de Cuitláhuac García, que prefirió gozar de los privilegios del cargo y dejar el “trabajo pesado” a su subalterno). La ambición lo fue invadiendo, hasta que, de plano, sabedor de las consecuencias, anunció que él se iba a apuntar para competir por la candidatura.
Hasta ahí quizá lo hubieran perdonado, pero cometió otro error y este aún más grave: su campaña interna la basó en sus orígenes: “yo sí soy veracruzano”. Pecado imperdonable.
Consecuencia de esas pifias, Éric Cisneros fue defenestrado y de pronto Rocío Nahle se dio cuenta de una difícil realidad: no tenía estructura electoral para competir por la gubernatura. Tuvo que hacer uso de lo que le quedaba a la mano: los “muchachos” de Cuitláhuac. Esto es, Zenyazen Escobar para mover al magisterio; Juan Javier Gómez Cazarín para activar a los alcaldes, y Eleazar Guerrero para acarrear a la burocracia.
Y hoy buena parte de su equipo de trabajo surge de esos equipos políticos. Otros, que se supieron separar a tiempo de Éric Cisneros, se han ido sumando. El resto es “su gente”, a los que se conoce como el “grupo Coatzacoalcos”, los que han estado con ella desde hace muchos años.
Es muy probable que Cisneros Burgos se incorpore pronto a algunas tareas de la cuarta transformación, pero no será con Rocío Nahle.
Mientras esto sucede, se dedica a administrar su capital, que no es poco.
* * *
Epílogo.
¿Cómo se sentirá Martín Aguilar? Él sabe muy bien que la comunidad universitaria ni lo quiere en la Rectoría, pero él se resiste a entregar el cargo. ¿Será algo parecido a lo que vive el dictador de un país? ¿Pensará que los estudiantes “no saben lo que quieren” y tampoco entienden lo que él está haciendo por ellos? *** Sólo él lo sabe. Lo cierto es que este lunes, durante la sesión del Consejo Universitario, académicos y alumnos volvieron a manifestar su rechazo a la prórroga que le fue otorgada a Martín Aguilar para que continuara al frente a la Universidad Veracruzana (UV), a pesar de que ya no cumple con los requisitos que establece la Ley que regula a esa institución.
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