Alguien en la red social le recomendó abrir una cuenta del OXXO para que todos de diez en diez pudieran hacer un depósito y con ello, lograr que el peludo tuviera el tratamiento que requería y también fuera transfundido por parte de la veterinaria que estaba llevando su cuadro clínico. Todo se volvió de mal en peor, cuando un grupo de mujeres de la “socialité” [que supuestamente están dedicadas al rescate de animales] vieron el muro de Esperanza y en él, la imagen del perrito en huesos. Inmediatamente la contactaron, le dijeron en qué podían ayudar y al otro día, llegaron a su domicilio escandalosamente, le tomaron fotos al lugar en donde él estaba y luego le dijeron a su adoptante, que no se preocupara que llevarían al perrito a la clínica veterinaria propiedad de una de ellas, para poder aplicarle todo lo que fuera necesario para el beneficio del sabueso. También le pidieron que fuera a visitarlo todos días, para que no se deprimiera el animal y además constatara su recuperación y cuando estuviera en condiciones de volver a casa, lo haría sin problema alguno. Le solicitaron la tarjeta y ella, les dijo que esta la tenía su esposo y que tenía que esperar a que él llegara. Le pidieron que la llevara al otro día, para poder contar con algo de recursos para los medicamentos del perro.
“Usted puede ir a la clínica a verlo las veces que quiera” le dijeron mientras subían al animal a la camioneta. Al otro día Esperanza fue a la clínica para ver su perrito adoptado. Lo tenían en un área acondicionada con jaulas, pero la de él estaba abierta. Al verla el animal no pudo evitar mover su emoción y movía su cola por el gusto de estar con ella nuevamente. Les dejó la tarjeta –la cual las mujeres no sabían pero sólo contaba con la grandiosa cantidad de 10 pesos- y se marchó. No tenía ni una hora que salió de la clínica veterinaria cuando ya estas mujeres habían orquestado una campaña atroz en contra de Esperanza. Subieron fotos del humilde lugar en donde lo tenía resguardado con la leyenda en el muro: “Chocolate fue rescatado luego de las críticas condiciones en las que una mujer lo tenía”. Otra foto: “Lucra una esta mujer –foto de Esperanza- con la salud de Chocolate”. Los trolls, y personas que simpatizan tanto del grupo de mujeres como de la clínica, la destrozaban con comentarios realmente hirientes que hasta de muerta de hambre no la bajaban.
Esperanza lloró de coraje e impotencia toda esa noche. Su familia y ella, se trasladaron al otro día a la clínica veterinaria para que le dieran una explicación sobre la campaña de difamación que habían orquestado en su contra. Lo más absurdo del asunto, fue que los guardias de la entrada del establecimiento no la dejaron pasar y una de las mujeres salió para continuar ofendiéndola. Esperanza hizo lo propio en las redes sociales para recuperar a su perrito, pero desafortunadamente no logró obtener la custodia de su peludo adoptado. Lo curioso de todo, que esas mujeres de la “socialité” estaban más preocupadas por la tarjeta bancaria que Esperanza había abierto en el OXXO, que en el propio animal. Por 10 pesos fueron capaces de difamar de la manera que lo hicieron y no repararon en utilizar su posición “privilegiada” [económica me refiero] para pagar a un grupo de trolls, para que le destruyeran su imagen y la difamaran de manera cobarde. Una historia real, contada en su momento por la protagonista a una servidora.
El nombre de la clínica y de las mujeres “animalistas” -que yo las tildaría de “materialistas”- me las reservo. Si se diera la oportunidad de que éstas estuvieran leyendo esta entrega, sabrán que me refiero a ellas y su ambiciosa forma de conducirse en pro de los animales desvalidos.
Ésta anécdota se deriva de una solicitud que realicé a una clínica veterinaria el día de ayer como consecuencia del rescate de una cachorrita, a la cual botaron en alguna calle del fraccionamiento Geovillas del Puerto. Su atención médica ya estaba más que resuelta. Pero en pro de conocer la actitud de los establecimientos que atienden a animales –perros y gatos- elaboré una petición a una específicamente –quien me sigue en redes sociales sabrá a cual me refiero-. La respuesta fue negativa y contundente, al cual tenía derecho a negarse; pero no, a contestar de manera grosera y peyorativa como lo hizo, lo cual estaba de más. Le respondí que era conocido de todos la falta de sensibilidad de las veterinarias para hacer en alguna ocasión lo propio en pro de los animales abandonados.
Lo curioso del caso no es la negativa ni la discrepancia entre la propietaria de la Clínica Veterinaria y una servidora, lo que llamó mi atención que pese a que pasaron horas de haber acontecido el evento, de manera sorpresiva, inició un grupo de atípicas cuentas de Facebook a enviar mensajes privados y escribiendo en mi muro, en ambos lugares, agrediéndome verbalmente y descalificando mi trabajo como periodista. Lo típico, “textoservidora”, “lamepatas”, “amarillistas”, “vendida” y él más curioso: “Da la cara, no te escondas en el Facebook” –a este honestamente nunca supe a qué se refería-.
¿Será estrategia de las Clínicas Veterinarias de contratar trolls para irse en contra de quienes le demanden buen servicio o que critiquen algún aspecto de su conducta o asistencia médica?
Lo triste es que si éstas destinan dinero en la contratación de Trolls, porque no mejor invertir ese dinero en causas más nobles, como el de ayudar a los animalistas a revisar a los perritos y gatitos, rescatados.
La conclusión de esto es que no es tampoco culpa de las clínicas veterinarias [cierto, hay personas que con la finalidad de atraer clientela, son capaces de colgarse medallas por su “altruismo” que no se merecen]. Los ayuntamientos deberán de hacer lo propio para regular el problema existente de animales abandonados y vagabundos. También multar a las personas que no esterilicen a sus mascotas –obviamente que ejecuten campañas en donde sean operados tanto machos como hembras de perros y gatos- y además sancionar administrativamente a personas que se dediquen a la venta de cachorros.
Deberá ser causa de acción penal en contra de aquella persona que maltrate o tenga en condiciones deplorables a las mascotas. Es inconcebible el gran número de perros y gatos callejeros que andan deambulando en la conurbación y en toda la entidad veracruzana. Animalitos que viven con enfermedades originadas por el medio en donde se desenvuelven y otros, con el maltrato constante de parte de personas inhumanas.
La ley debería de ser rígida y contundente en contra de quien maltrate a los animales. Es inconcebible que la autoridad municipal no haga nada al respecto y que la dirección de Atención Animal conformada dentro de los ayuntamientos, estén realmente maniatados en acciones –aunque su interés sea realmente genuino- porque el cabildo como siempre, no endurece las acciones en pro de los animales y en contra de la deshumanizada forma de conducirse de quienes tienen a resguardo algún animalito.
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