Nos lo cuentan y hasta parece chiste. Dicen que Javier Duarte se enteró que hay quince millones de pesos de recompensa para quien dé datos que logren su captura y de inmediato mandó a un pariente de Karime Macías, Jorge Ramírez Tubilla, para que entregara un documento donde anuncia que termina su licencia y que regresa a gobernar Veracruz y a rendir su VI informe de gobierno; parecería que Duarte quiere quedarse con esos quince millones que piden por su captura, y como el uróboros, esa serpiente mítica que se muerde la cabeza, no le importaría devorarse él mismo con tal de sumar más dinero a su cuenta.
Seguramente todo es una treta para enturbiar todavía más el ambiente político que se vive en Veracruz. Seguramente Javier Duarte ya se dio cuenta de lo que le pasó al exgobernador de Sonora, el expanista Guillermo Padrés, quien muy temerario se fue a entregar confiando en que sus abogados lo iban a defender y hasta al hijo se llevó de corbata. A Duarte le da miedo la cárcel porque sabe que con todo lo que le han descubierto seguramente se va a pasar ahí unos diez años, otros apuestan que más.
Pero no sólo él, porque ya se está descubriendo la cantidad inmensa de cómplices que tuvo; un hombre sólo no podría haber robado tanto. Pero lo que más miedo le da es que su querida Karime, quien tiene las manos metidas hasta el fondo del fango, podría correr la misma suerte que él.
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Por supuesto mientras Javier Duarte se robaba todo ese dinero, mientras compraba con ayuda de sus prestanombres ranchos, casas en Madrid, casas en Woodlands, terrenos en Campeche, edificios en la Ciudad de México; mientras le compraba joyas a Karime y un lancha lujosa para él, Duarte no pensaba en las consecuencias. Y nuevamente nos preguntamos, qué le daba valor a Javier Duarte, que garantía tenía de que iba a salir incólume de sus delitos. No era el triunfo de Héctor Yunes, ni el triunfo de Morena en las elecciones del pasado 5 de julio. Lo que tenía tranquilo a Javier Duarte, lo que desquició su avaricia fue el pacto que tenía con Enrique Peña Nieto quien lo dejaba hacer y deshacer en el estado de Veracruz.
Pero Peña Nieto no presume de inteligente, antes bien de lo contrario, de modo que también calculó mal pues no esperaba que su “amigo” Javier se iba a desbocar. Javier Duarte poseía el ansia de un cerdo cuando come, sin importarle lo que le pongan enfrente el cerdo quiere devorarlo todo, todo.
Nadie cree que Javier Duarte regrese a terminar su periodo de seis años, porque apenas regrese seguramente las autoridades lo detendrán. Lo que Javier debe de estar haciendo en este momento es negociar con las autoridades federales, debe de estar mandando emisarios para que le recuerden a su “amigo” el presidente de aquellos tiempos en que le llegaban maletas de 25 millones de pesos cada semana.
Javier Duarte no va a regresar porque el caos impera en Veracruz, no va a regresar porque sabe que los veracruzanos son capaces de lincharlo, pues día con día se han ido enterando del daño que causó en todo el estado. Duarte no va a regresar porque no tiene garantías de impunidad, porque se ha quedado sin amigos; Duarte no va a regresar porque quince millones son muy pocos para él, siquiera súbanle a veinticinco.
Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com |