Como en toda sociedad civilizada, una de las piedras angulares, motivación principal y eje central, es contar con gobierno representativo, legitimado, eficiente y previsor; integrado por auténticos servidores públicos, que sirvan.
Gobierno respaldado por y dentro de la ley, con un permanente y verdadero fortalecimiento institucional, una administración honesta y eficiente de recursos públicos, y un ejercicio puntual y efectivo de atribuciones y funciones.
Es más, en el caso local, ante la difícil situación, la creciente y compleja problemática, los contextos nacional y mundial poco favorables o adversos; y las sombrías perspectivas, resultado de las inocultables crisis que padece Veracruz, es imprescindible contar con un gobierno de resultados positivos palpables, no simulados o exagerados; de soluciones, no de declaraciones.
Urge que gobernar sea sinónimo de atender, bien y a tiempo, necesidades, rezagos y reclamos individuales y colectivos, para reducir hambre y pobreza. Que signifique, resolver viejos y nuevos problemas y conflictos. Que proporcione seguridad y estabilidad, procuración y administración de justicia y combate permanente a ineficiencia y delincuencia, dentro y fuera del gobierno.
GOBERNARSE A SÍ MISMO.
Respecto al arte de gobernar bien, se sabe que para todo caso sin excepción, el origen está en uno mismo.
De ahí que, quien tienen el privilegio y la responsabilidad de gobernar a una sociedad, incluyendo a todos los que le entregaron o no su voto, representación y confianza, electo o simplemente designado o nombrado, lo más difícil que enfrenta, para empezar, es gobernarse a sí mismo.
Se sabe de la importancia de esta preocupación, que ha trascendido a todo lo largo y lo ancho de la Historia. Presente de principio a fin, en todo gobierno y en toda vida humana ocupada en gobernar, el tiempo correspondiente.
Sobresalen interesantes e importantes aportaciones, como las de culturas greco-romanas, del medio y lejano oriente, entre muchas más. Destacando la de Platón que señala lo importante que es, que en la personalidad y conducta individual, el bien predomine sobre el mal; hasta la de Confucio, quien resume su preocupación en la pregunta: “¿uno que no sepa gobernarse a sí mismo, cómo sabrá gobernar a los demás?”
Como se padece, en Veracruz se viven las consecuencias, de esa ausencia de buen gobierno y, desde luego, de la falta de autogobernarse de quienes tuvieron el privilegio de integrarlo, electos o designados. Duarte y su equipo han pasado a la Historia como ejemplos de desastre administrativo y de gobierno, de la ineficiencia y delincuencia oficial en acción.
Lección inolvidable. Autogobernarse es, sin duda requisito indispensable, para estar en el cargo público y desempeñarlo bien y con buenos resultados. Además influye en el desarrollo y uso de capacidades, habilidades y potencialidades personales.
De ahí que, tanto los que llegan y están adentro, como los que ya salieron; y, desde luego, los prófugos reales y potenciales deben ser presentados ante la Justicia, para que respondan de lo que hicieron mal o peor, o de lo que no hicieron o dejaron hacer. Unos y otros, todos no se pueden llamar obligados, engañados o sorprendidos. Están, estuvieron o estarán por decisión y ambición propia. Si no sabían o no saben, si no son capaces de enfrentar y atender en lo que se meten es mejor, más fácil y barato, recurrir al decoroso retiro, al cambio y fuera.
Están a tiempo, siempre lo van a estar, para despedirse, salir, renunciar y ahuecar el ala. Se les va a reconocer y agradecer.
No hay justificación, ni pretexto ni disculpa. De ninguna manera se puede aceptar y permitir que se repita o empeore lo mal hecho y los desastres que se padecen. Veracruz exige un cambio verdadero. No más de lo mismo y peor. Cambio es la prioridad. Hay que exigirlo. Ni más ni menos.
GOBERNARNOS.
Para no tener que padecer distorsiones, desviaciones y expresiones de malos o peores gobiernos, es preciso considerar también la necesidad de gobernarnos. Pensar en plural en nosotros y en los otros.
Pero sobre todo, urge gobernar al gobierno para que no siga siendo posición y refugio de ineficientes y delincuentes, de intocables y reciclables. No más continuidad de la impunidad.
Esto solo es posible con más presencia, participación e influencia ciudadana y social. Con verdadera transparencia y rendición de cuentas, así como fiscalización, evaluación y previsión, efectivas y oportunas. Gobernar al gobierno es el reto.
Téngase siempre presente que se tiene el derecho a gobernarse a sí mismo y que, por ahora para decirlo en pocas palabras, en el pueblo radica fuerza, razón y motivo para constituir y hacer funcionar al gobierno.
“… La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno…”
Así que, gobernémonos. Participemos, exijamos transparencia para evaluar a todos, todo el tiempo. Hagamos realidad consulta, participación, movilización y presencia ciudadana y social permanentes.
DESPACIO QUE LLEVAMOS PRISA.
Por eso permítaseme insistir en lo importante que es dar un poco más de tiempo, para que se realicen esos cambios previstos que, por cierto, todavía no hay uno significativo y trascendental y si, en realidad, preocupa que hay mucho de “más de lo mismo, regreso al pasado y un suspiro de despotismo ilustrado”, por aquello del supuesto respaldo incondicional, de la catedral de la academia en Veracruz.
En todo caso, hay que dar oportunidad a la oportunidad.
Dos partidos, PAN y PRD, dicen que han asumido el poder; y MORENA se ha constituido en la verdadera oposición. El PRI sigue debilitándose y los membretes de siempre, al mejor postor.
Tiempo al tiempo. Continúan movimientos y ajustes, aunque todavía no hay transparencia en demasiados aspectos gubernamentales y las declaraciones tremendistas o intrascendentes siguen predominando, tratando de atraer atención y opinión públicas. *AcademicoIIESESUV@RafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez |