No más de lo mismo, ni continuidad de la impunidad.
Insistir: ¿en dónde están los miles de millones de pesos desaparecidos? ¿Y la imprescindible transparencia?
Por lo pronto, permítaseme reflexionar sobre un tema siempre presente, en muchas formas y aspectos, de los cuales, por ahora, solo abordare uno, más que todo por su inocultable presencia e influencia: esto es familia y amor, o el amor de familia.
“HOGAR, DULCE HOGAR”
De entrada hay que reconocer que es casi imposible, escaparse de la aplastante enajenación que se hace presente e influye en múltiples formas, ocasionada por la temporada navideña y de fin de año; temporada que en México es mayor, más intensa y se extiende, desde el 12 de diciembre hasta el 6 de enero.
Pero también que es imposible ignorar o minimizar la importancia que la familia tiene en la conciencia social y el imaginario colectivo. Sobre todo la que nos habla del amor como motor, integración y movilidad de la misma.
Para empezar hay que reconocer que es una institución social que se basa principalmente en el parentesco (consanguineidad o adopción) y/o la convivencia o estrecha relación; aunque en algunos pueblos, también influyen y determinan, cultura, costumbre y disposición legal.
De cualquier forma, por mucho la familia es usualmente reconocida y definida como el núcleo o célula fundamental para formar una sociedad.
Se dice con razón que, entre lo más importante que debe caracterizar a todo ser humano, están su actitud y aptitud hacia vida, familia, sociedad, justicia, amor y amistad. Esto es, respeto a sí mismo y a los demás.
Así que, hoy más que nunca, ante una creciente cultura deshumanizadora hay que pensar en fortalecer ese núcleo o célula fundamental de toda civilización.
¿Cuánto y de qué forma la amas y fortaleces?
Tengamos presente que, a final de cuentas, la familia proporciona y mejora, información y conocimientos, preparación y adiestramientos, habilidades y capacidades, actitudes y cualidades que definen y fortalecen una sociedad civilizada.
Pero sobre todo, actitudes y creencias, principios y valores determinantes para la formación de la personalidad individual y la caracterización de la colectividad a la que se pertenece. Unos y otros definen toda una vida y su influencia en los demás.
De ahí que el ideal empiece, por aspirar a formar y pertenecer a una familia responsable, capaz, respetuosa, unida y llena de amor. Lo cual, en muchas formas y circunstancias, es el lujo más difícil de conseguir.
Es más si se quiere extender la apreciación, fácilmente se puede coincidir con Mahatma Gandhi, quien sostiene que “para una persona no violenta, todo el mundo es su familia”.
Por exclusión, para una persona violenta y delincuencial (incluyendo políticos y gobernantes), fuera de su familia cercana o de sangre, los demás no importan, son usables o desechables.
Pero lo importante, para no entrar por ahora en otros aspectos importantes del tema, es que hay que atender y fortalecer el amor de familia, para mejorar sociedad y vida en general.
Se sostiene con razón, que la familia es la fuente originaria de la capacidad de amar, que no termina porque se renueva, perpetuándose, caracterizándose y reproduciéndose, a lo largo de la existencia de todo ser humano, de principio a fin y aún más allá.
De hecho, para todos es el primer ambiente de recepción a la vida y de interacción personal. En familia se inicia en gran parte, el proceso de aprender a aprender, tanto a generar como a potencializar capacidades y habilidades, a proyectarlas y aplicarlas, junto a los indispensables principios y valores. El arte de amar es una de esas capacidades y valor fundamental de vida.
TENER MADRE…PADRE, HERMANOS, PARIENTES.
El tema es de vital importancia, siempre lo ha sido. Su indiscutible presencia en la historia de la existencia humana, lo confirma desde la distinción como especie animal, hasta la formación y separación del estado de barbarie, en donde también se distinguió y distingue.
Un rapidísimo ejercicio de memoria, nos lleva a reconocer el origen y esencia animal que nos caracteriza. Familia, tribu, clan son solo formas de expresión de organizaciones sociales elementales; hasta teocracia, señorío, realeza, monarquía, aristocracia y dictadura; y, desde luego, las diversas formas de democracia, como expresiones de Estados en evolución.
Y ahí van los diversos tipos de familia, también en evolución. Pero en principio integradas por padre, madre e hijos; además de primos, tíos y sobrinos; y hasta de abuelos, nietos y más.
Paleolítico presente en lo que seguimos siendo: Australopitecos gráciles, africanus, robustos o simplemente homínidos.
Aunque creamos y afirmemos que conocimiento, ciencia, tecnología y cultura nos caracterizan; la verdad, lo que verdaderamente nos puede distinguir y salvar, hasta formar y proyectar nuestra existencia, son principios y valores, actitudes y emociones, como el amor que precisamente nace, crece y se fortalece en familia. Amor que también evoluciona y se transforma hasta crear expresiones y oportunidades, con nuevas generaciones deseosas de aprender a ser, en toda la extensión de la palabra.
Hay otras formas de familia de las que obligadamente hay que ocuparse, son las de delincuentes y mafiosos, políticos y facinerosos. Ya habrá oportunidad de hablar sobre familia y poder.
Mientras tanto. Estimado lector y amigo, a todos:
Que ahora y siempre, el amor inunde y caracterice acciones y reacciones, tuyas y de tus seres queridos, dentro y más allá de la familia presente o ausente. Felicidades.
*AcademicoIIESESUV@RafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez
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