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Un ingobernable estado llamado Veracruz |
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2017-01-06 |
Jamás en mi capacidad de imaginación pudiera haber concebido la situación que hoy azota a Veracruz. Javier Duarte de Ochoa y su menos corrupta mujer, Karime Macías Tubilla, no sólo se llevaron el dinero del estado, también se robaron todo el sentido de dignidad, los valores que como ciudadanos podría haber pensado existía entre la población veracruzana o al menos en un gran porcentaje. Nada justifica el delinquir, nada. Esos que le gritaban al gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares que tenían hambre, se les vio no sacar precisamente comida de los almacenes. Se hicieron ilícitamente de pantallas, de estéreos, de ropa, zapatos; pero nunca comida. Su hambre era más hiriente. Su hambruna es falta de civilidad, de falta moralidad y su indebida ambición de obtener objetos que no merecían.
Sabes que estamos acabados cuando ves a un gobernador intentar hablar a la gente y todos le ladraban al mismo tiempo –perdón por la terminología pero esa gentuza no merece respeto alguno porque ni ellos mismos se respetan- exigiéndole cual haraganes son, comida. Sabes que todo está perdido, cuando ves a un gobernador premiar a esos delincuentes con 500 pesos de despensa para cada uno y así matarles el hambre. Sabes que Veracruz ya le llevó la fregada, cuando ves a un gobernador persiguiendo delincuentes y a su amigo el fiscal tomando el video. Sabes que a Veracruz ya se le llevó la fregada cuando la ingobernabilidad es más palpable y el gobernador se ve un ser realmente endeble ante la furia de la rapiña.
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Comprendemos que el gobernador no quiere ser hostil. Pero a qué grado uno debe permitir que gentuza como la que conforman la rapiña, gocen de privilegios de robar ante la mirada de los Policías Estatales y peor aún, hasta se les premie sus actos delincuenciales regalándoles despensa para que sacien su hambre.
Veracruz se encuentra una situación compleja. Veracruz da tumbos sin rumbo y provoca que personas como usted amable lector y como yo, que pretendemos vivir respetando las normas, las reglas, que pagamos nuestros impuestos, que vivmos bajo la legalidad, que trabajamos todos los días para llevar el sustento a nuestras casas. Que nos partimos el alma hasta con dos o tres trabajos para darnos la comodidad en la que nos gusta vivir y cada día nos cuesta más esfuerzo, de momento, nos vemos atrapados entre la corrupción que emana de la clase política y el “hambre” de la gentuza –que es una gran mayoría- que provocan la inestabilidad actual en el estado. Porque si no fueran absurdamente negligentes y flojos, en este momento no fuéramos el reír de los servidores públicos.
Vivimos atrapados entre la polución social de esos que se llaman clase marginada –yo les diría que son la ‘clase privilegiada’- que ya no les importa delinquir y roban a sangre fría, demostrando que ellos son más y su hambre es peor. Esa gentuza no trabaja. Esa gentuza se conforma de vivir en lugares indignos para dar lástima y recibir de los políticos las dádivas, que al final son minucias de los que ellos se roban. Son zánganos de la sociedad que no tienen oficio ni beneficio real y sólo sirven a sus “amos” para estar dispuestos a ser utilizados en el momento que ellos dispongan, como lo están haciendo ahora por parte de los grupos políticos. Esa gentuza no actúa si no le dan una orden, por ello, puedo asegurar que detrás de sus acciones hay un político corrupto que les protege. Esa gentuza son como víboras venenosas, que toda la vida se arrastran para andar en su largo camino, pero que le hacen daño con su letal veneno a todo lo que encuentre a su paso.
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