Ni lo dude: Veracruz se mantiene en el sitio más alto del folclor político nacional. Su notorio desprestigio alcanza para que prácticamente todas las figuras públicas nacionales, sean políticos o periodistas, lo usen como ejemplo de complicidad, delincuencia, tratos inconfesables y alianzas ocultas detrás del misterio de la noche.
Tanto quienes llegan con intereses político-electorales a Veracruz (el caso de Andrés Manuel López Obrador es solo el caso más reciente) como quienes han ganado la conducción gubernamental (Miguel Ángel Yunes Linares en el tiempo que nos ocupa) buscan aprovecharse de sus restos, de su parálisis financiera, de su descomposición social, del predominio de la violencia y la corrupción, y con esa mezcla extrapolan los escenarios para ganar adeptos.
Veracruz se desploma frente a la mirada interesada de todas las corrientes políticas. Unos tratan de atribuir a quien gobierna los problemas de saqueo que no combatieron en su oportunidad, mientras aquel hace rato que busca tirar a sus posibles contrincantes con miras a la elección municipal y a su propia sucesión en 2018. Para todos ellos, los veracruzanos no pasamos de ser meros pretextos.
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En efecto, a meses de dos tempestades electorales decisivas, una local, este año, para la elección de 212 autoridades municipales, la otra local y nacional, el próximo año, para elegir Presidente de la República, senadores, diputados federales, gobernador y diputados locales, nadie parece querer perder la oportunidad de revolver aún más las aguas del tercer estado con mayor número de votantes en el país y jalarlas para su molino.
¿Alguien está realmente interesado en lo que le ocurre a los veracruzanos sin tener ningún objetivo electoral? Absolutamente nadie.
El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, enfocado en recomponer las finanzas estatales, perseguir a quienes las saquearon y derrotar al PRI antes de los comicios, busca que toda su actuación en los dos años de su gobierno permita dejar libre la vía para que lo suceda su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez en 2018 y embarcarse, al mismo tiempo, en la batalla presidencial, sea como protagonista principal o como elemento para hacer ganar al PAN y, con ello, embarcarse en tareas de más alto tonelaje en el gobierno federal.
Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, dirigente nacional de Morena, quien estuvo de gira por el norte de Veracruz la semana pasada, vino a afianzar el innegable avance electoral experimentado en Veracruz, que permitió a su partido, con un candidato desconocido y sin muchas asideras intelectuales (Cuitláhuac García Jiménez), hacerse con un tercio de los votos en las elecciones para Gobernador.
Su siguiente paso será consolidar y aumentar su presencia electoral en los comicios municipales de este año para, en 2018, tener buenas posibilidades de ganar la gubernatura con la diputada Rocío Nahle García y obtener para él la Presidencia de la República, tras tres intentos.
Priistas, la mala referencia
Al menos han servido para algo los priistas, sumidos en su peor crisis tras la derrota el 5 de junio pasado: son el referente indiscutible para que estos dos personajes, Miguel Ángel Yunes Linares y Andrés Manuel López Obrador, se acusen mutuamente de alianzas inconfesables.
En su periplo veracruzano, en que buscó aprovechar el gasolinazo para sumar adeptos, el Peje lanzó contra Yunes Linares la acusación de haber transado con el presidente Enrique Peña Nieto, a cambio de su silencio, y obtener el respaldo del priista para lograr nuevos créditos por un monto de 7 mil 500 millones de pesos, con que estaría elevando la deuda de Veracruz. Y añadió: “Yunes negoció con Peña Nieto, lo chantajeó con información sobre su asociación con Duarte, a cambio ha recibido 7 mil 500 millones de pesos que maneja discrecionalmente y continúa reinando en el estado la corrupción, la pobreza, el desempleo, la inseguridad y la violencia”.
Esta declaración se da en el contexto en que Morena había sido señalado, justamente por el gobernador Yunes, de estar detrás del movimiento que reiteradamente ha cerrado las compuertas de la presa Yuribia , afectando seriamente el suministro de agua potable a unos 500 mil habitantes de Coatzacoalcos, Minatitlán y Coatzacoalcos, donde se concentra una de sus principales fortalezas electorales; Yunes Linares incluso señaló a la diputada local de Morena por Cosoleacaque, Rocío Pérez Pérez, de estar detrás de esas acciones que pondrían en una situación política endeble a un partido que respalda un atentado contra uno de los derechos humanos básicos (el acceso al agua potable) de una población que le ha dado triunfos electorales tan importantes.
La respuesta de Miguel Ángel Yunes Linares a la acusación en contra por supuestamente haber fraguado una alianza con Peña Nieto fue demoledora. Rescata una versión que estuvo dando vueltas en el ambiente durante la pasada campaña electoral para el Gobierno del Estado: que López Obrador habría establecido una alianza con Javier Duarte y, en extensión, con Fidel Herrera, para atacar al candidato de la alianza PAN-PRD, a cambio de recibir fuertes sumas de dinero en efectivo para la campaña de su patiño, Cuitláhuac García Jiménez.
En una publicación hecha en redes sociales, Yunes Linares le respondió a López Obrador: “durante muchos años, mientras yo combatía a Javier Duarte y a Fidel Herrera, López Obrador negociaba con ellos. Yo logré sacar a Duarte de gobierno y antes de tomar posesión recuperé más de mil doscientos millones de pesos que estaban en la bolsa de sus cómplices.
“Mientras eso sucedía líderes de MORENA del sur de Veracruz recibían del gobierno de Duarte 2.5 millones de pesos cada mes con la amenaza de cerrar las válvulas de la presa Yurivia (sic) y dejar sin agua a Coatzacoalcos. López Obrador lo sabía y lo consentía. Yo documenté y presenté múltiples denuncias contra Javier Duarte, mismas que fueron la base de las órdenes de aprehensión que hoy existen en su contra. Mientras tanto López Obrador a través de sus líderes negociaba con Duarte apoyo para sus candidatos, tal y como consta en las declaraciones de Gabriel Deantes "operador político" y cómplice de Duarte que era el conducto para entregarles el dinero”.
Yunes, incluso, lo acusó de ser “un vividor del presupuesto”, afirmación que –dijo– no es ofensa sino “una descripción objetiva de su realidad”.
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