Ello al igual que las 19 cruces de periodistas criminalizados y destazados por denunciar la corrupción, llevando a la par la valentía de un puñado de columnistas –Marco Antonio Aguirre, Luis Velázquez, Mussio Cárdenas, Armando Ortiz, Noé Zavaleta, Elia Melchi, Claudia Guerrero, Aurelio Contreras, Maryjose Gamboa…- quienes desde el arranque de la administración duartista se empeñaron en denunciar la brutal corrupción a pesar de haber sido encarcelados y atropellados en su derechos y bienes patrimoniales.
Ellos fueron los que moderaron la opinión pública desde el inicio, sin mediar campañas electorales.
Las denuncias de las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos condenando el genocidio en Veracruz ¿Cuentan o no?; el quebranto de empresarios y prestadores de servicios que siguen reclamando en todos los foros el pago de sus servicios; los jubilados y sancionados que salieron a las calles reclamando en medio de golpizas por la justa retribución de sus pensiones; los niños sin medicinas; los pueblos sin servicios elementales; sus hombres sin empleo… ¡todo fue denunciado en su oportunidad!
Y la opinión pública veracruzana que en su conjunto gritó con rabia de día y de noche por dos sexenios por los abusos y crímenes de los Zetas, el Cartel del Golfo y Nueva Generación traídos por Javier Duarte con la bendición de Fidel Herrera.
Fue la voluntad de todo un pueblo.
Fue la misma que el día de las elecciones determinó aplicar el voto de castigo contra el PRI aun cuando bien sabía que la alternativa era en favor de una extraña mezcla entre izquierda y derecha reaccionaria y que su abanderado tenía una historia por aclarar.
Esos en realidad son los verdaderos triunfadores, los que lograron que hoy esté en la cárcel Javier Duarte de Ochoa.
Y obligado ¡por supuesto! reconocer el mérito del señor Miguel Angel Yunes Linares, quien con habilidad política cambió de caballo a mitad del río y de ser su enemigo favorito Fidel Herrera, lo muta contra Javier Duarte con quien desde el arranque del sexenio llevaba muy buena relación.
Yunes tomó el caso Duarte como bandera electoral más que de justicia social para lograr su propósito y al final del día recibió como justo pago ser el gobernador… ¿qué más?
Por ello que nadie se cuelgue medallas que solo corresponden a los veracruzanos que si bien hoy día siguen sufriendo por un mal gobierno, sin duda desterraron el peor cáncer que ha vivido Veracruz en su historia, encarnado en el peor pillo que arroja la historia universal.
Y aunque es una plaga no extirpada del todo, anima el júbilo veracruzano. Despierta, sin embargo, serias dudas en el imaginario colectivo por qué el gobierno peñista lo manipuló de manera tan tosca, lineal y previsible.
Lo de Duarte se registra en plena “Semana Santa”, en el uno-dos tras la aprehensión en Calabria, Italia de Tomás Yarrington, un corruptazo igual que el nuestro.
Su aprehensión mueve asimismo a la sospecha al registrarse a dos meses de una elección local, la del Estado de México, que en modo alguno definirá la sucesión presidencial del año próximo.
Se sucede además en ese raro rebote de una filtración al desacreditado periodista López Dóriga de que Duarte y Karime estaban en Whistler, Canadá para 24 horas después aparecerlo en Guatemala, en exclusiva para su vocero oficial Carlos Loret de Mola.
El paralelo muy telegrafiada la fotografía subida a las redes 24 horas antes de cuyo twuit da cuenta de manera oportuna la periodista Brenda Caballero, donde se ve a los hijos de Duarte y Karime en el aeropuerto de Toluca rumbo a Guatemala en vuelo privado.
Por demás sospechoso que Duarte haya sido localizado en un balneario público de cien habitaciones y atascado de paseantes; que en el momento de la detención haya salido a comprar alimentos cuando lo pudo hacer desde su habitación o a través de sus guardaespaldas; que se pasee por el lobby antes del hecho; que haya llegado al hotel solo en taxi para registrarse; que no se hubiera detenido a Karime; que toda la familia Tubilla estuviera en la habitación del hotel como despedida de funeral… y que por momentos Duarte –ya esposado- se mostrara sonriente.
Previsible pues que la parte más importante del culebrón Duarte esté por sucederse.
Si se pactó fue a cambio de algo, acaso impunidad para los suyos. Y es que si decidió poner fin a su escondite de 148 días, que según versiones no aclaradas era auspiciado por el gobierno de Peña Nieto ¿fue para negociar, para reducir condena, para devolver la mayor parte de lo robado que según la autoridad alcanza los 34 mil millones de pesos?
Duarte sabe mucho.
Trae expedientes, videos, testimoniales, firmas. Solo él sabe cómo estuvieron –si es que las hubo- negociaciones con Morena y con el titular de Gobernación, Miguel Osorio Chong.
De los dineros, Duarte sabe todo. A quién le dio, cuántos y dónde estuvieron involucrados –no solo los 69 cómplices que citan las autoridades-. Pero además trae el dato de los 50 millones que Audirac no dio al titular de la Auditoria Superior de la Federación, Juan Manuel Portal. Los 500 u 800 millones que se dieron a Héctor Yunes Landa. El billullo –dos mil 993 millones de pesos- en la llamada “Operación Maleta” para la campaña de Enrique Peña Nieto. Las mesadas para la Armada y el ejército…
Por ello en algún momento la propia autoridad federal consintió la especie de que Duarte valía más muerto que vivo, y que no acredite localizado diario yunista la autoría de la expresión a un “periodista rojo”, esos ya no existen al migrar los “Ginos” al lado azul.
Por ello el temor de que descobije a políticos locales y nacionales y –este sí- cimbre a México.
Así que más vale poner en contexto méritos y responsabilidades de cada quien y no andar presumiendo con sombrero ajeno.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |