Al prácticamente concluir los eventos, más que festejos ya que no hay nada que festejar, alusivos al Día de la Libertad de Expresión, de la cual por cierto no se acordó el gobernador Miguel Angel Yunes Linares –él único gobernante en todo el país que le vale madres la libertad de prensa- el saldo en este renglón es desolador.
Invitado este fin de semana para ser el orador en la entrega de reconocimientos a comunicadores de parte de la “Asociación de Periodistas de Coatepec” que encabeza Alfonso Mora Chama, me permití exponer los siguientes conceptos:
“Vivimos, sin duda, quienes nos dedicamos a esta riesgosa profesión, tiempos difíciles. Nos ha tocado poner los muertos y la situación en lugar de mejorar empeora no solo en el medio periodístico, sino en lo social, económico y político.
Ocupamos los primeros lugares en inseguridad, desempleo, robo de gasolinas, feminicidios, desaparecidos, el reinado a nivel república de tres cárteles y un gobierno que no acaba de organizarse para empezar a trabajar.
Y es que está más ocupado en procesos sucesorios familiares como si viviera Veracruz una monarquía.
Para los periodistas nuestra tragedia son nuestros colegas masacrados. Son 20, los cuales tres gobiernos no han movido un dedo en aras de su esclarecimiento. Tampoco perdemos el primer lugar como la entidad más peligrosa del mundo para ejercer el periodismo.
Nuestra tragedia son las amenazas veladas y abiertas por el ejercicio de nuestro trabajo. Y ese socarrón espionaje, más sofisticado que el de hace poco más de dos décadas cuando Yunes era Secretario de Gobierno.
¿O es que alguien más estaría interesado en espiar a sus críticos y enemigos que no fuera el gobierno estatal?
Nuestra tragedia es ese desprecio por las empresas periodísticas con quienes no se quiere tener relación alguna.
38 medios de comunicación han desaparecido; han quebrado; entraron en la insolvencia; bajaron sus cortinas ante un gobierno omiso, despreciativo cuando su obligación sustantiva es apoyarlos y mantener una estrecha relación informativa y comercial.
Ello porque así lo mandata la sociedad civil, los mandantes y no como resultante del capricho o venganza del gobernante. No estamos o al menos eso presumimos, en una dictadura. Vivimos en un estado de derecho en donde el gobernador no es dueño de vidas y destinos, menos de presupuestos discrecionales en materia informativa.
La relación con los medios no se inventa o reinventa cada día a conveniencia. Esa ya está muy inventada.
Y lo que son las cosas.
Cuando pensábamos que no habría para Veracruz nada peor que Fidel Herrera, nos llega la peor plaga que se tenga memoria, Javier Duarte, feliz con la lisonja mercenaria, pero implacable con crítica a la cual aplastó y asesinó.
Dimos gracias a Dios cuando la pesadilla terminó y al unísono entregamos nuestro voto y confianzas al gran libertador, pero nada sucedió. Nunca empezó, todo se descompuso y en materia de medios estatales simplemente quedaron borrados de la mete del gobernador.
Los buenos, los malos, los Ginos, la prensa oficial, la no tanto, los moderadores de opinión, los moneros, los portales simplemente dejaron de existir.
Abrazado a cierta prensa y TV nacionales, la pagada por supuesto, pensó que cumplía con su compromiso de informar a ocho millones de veracruzanos.
Error.
Lo único que ha logrado en los eternos seis meses con 23 días que lleva, es un vacío de información que lo han cubierto rumores, chismes, cajas chinas y escándalos mediáticos a modo.
Todo frente a un valladar de comunicadores honestos y congruentes, una valiente generación de periodistas que sabe a qué hora sale de su casa, nunca si regresará, dispuesta las 24 horas a informar.
Son los mismos que en el día a día dan cuenta de la brutal inseguridad pública, la quiebra técnica financiera, el desempleo y abusivos despidos del gobierno, la tamaleada del 4 de junio, así como el insano apetito de perpetuamiento de parte de la familia Yunes.
Acaso por ello, en ese escenario nada halagüeño, el único camino que queda sería signar un compromiso social.
Hoy desde este marco de pluralidad y reconocimiento a los comunicadores hago un llamado al señor gobernador Miguel Angel Yunes Linares a la reconciliación con los medios veracruzanos y sus exponentes.
Ignorarlos no resuelve.
Observar de reojo su desaparición es una irresponsabilidad social y no acudir a medios formales ahora que está próximo su final, habrá de costarle en lo político-electoral. Las municipales no son lo mismo que la gubernamental y no será nada fácil que imponga a los suyos.
De hecho ya se observa así tras la censura repetida a sus marrullerías electorales supuestamente garantes de su respaldo popular.
Y no estamos hablando del regreso de la cultura del “Chayote”. Estamos hablando de diálogo legítimo, sin supeditación a cambio de prebendas.
Eso no es una utopía.
Llegó el momento del replanteo de instituciones como la cuestionada Comisión Estatal de Atención y Protección de Periodistas que ni atiende, ni protege, ni entiende su papel histórico.
Buen momento además para aclarar el quién es quién en esta relación sin fantasmas mediáticos de por medio y garantizar el respeto institucional a los representantes de los medios.
Y es que ahora cualquiera que se dice empresario o representante de organismos anticorrupción se erigen en dueños de la verdad y se atreven a despojar a periodistas como a la valiente Claudia Guerrero, de bienes y modestas propiedades y de paso se dan el lujo de calificar a “esa” prensa corrupta.
¡Vámonos respetando, no somos iguales!, dirían los clásicos.
Señoras y señores:
Concluyo: los periodistas somos los centinelas del quehacer público veracruzano, el espejo del poder y una especie inextinguible porque por cada periodista que se va de Veracruz, por cada periodista que deje la profesión por hambre o amenazas o asesinado en alguna calle cualquiera del solar veracruzano, 10, 50, 100 periodistas hablarán por nuestra raza.
Son los que tomarán la estafeta en la lucha por la libertad de prensa y por exigir respeto a la opinión contraria al boletín oficial.
Así que, ¡Tiene usted la palabra, señor gobernador!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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