En efecto, el tema de la seguridad pública y de la justicia (aplicada con un sello político-electoral) ha ocupado prácticamente el 100 por ciento de la agenda pública del gobernador Yunes.
En materia educativa, ha dejado que su viejo colaborador Enrique Pérez Rodríguez administre los programas ordinarios vigentes, sin mayor innovación o propuestas novedosas para atender el fenómeno formativo.
En el tema de infraestructura y obras públicas, que atiende uno de sus pocos operadores electorales (y antiguo adversario dentro del PAN), Julen Rementería, se ha centrado en el anuncio de obras que no se están haciendo y a prodigar declaraciones sobre inversiones federales como si fueran propias.
En el sector Salud, con Irán Suárez Villa al frente, efectivamente ha habido acciones importantes de reconstrucción de unidades médicas y hospitalarias, la mayoría dejadas a medias o en mal estado por los gobiernos de Fidel Herrera y Javier Duarte (gracias a los recursos recuperados de exservidores y particulares corruptos), además de estar al pendiente de que las farmacias de las instalaciones de salud estén adecuadamente surtidas.
Las demás secretarías ni siquiera son objeto de elogios ni de críticas. Por ejemplo, la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema), donde labora una destacada académica y política como Mariana Aguilar López, no parece tener tarea alguna; tampoco se enfocan los reflectores hacia la secretaria del Trabajo, Edith Mota Herrera, aunque sabemos que en esa dependencia se blinda cotidianamente al gobierno de sus obligaciones para con miles de burócratas despedidos.
Del secretario de Desarrollo Económico y Portuario, el exdiputado local Alejandro Zairick Morante, lo más llamativo de su gestión ha sido su decisión de mover la sede de la dependencia a Boca del Río, mientras que Leopoldo Domínguez Armengual, Secretario de Turismo y Cultura, estuvo en boca de todos por la pésima gestión de dos fiestas populares (Fiesta de la Candelaria de Tlacotalpan y Carnaval de Veracruz) y un festival hechizo (Cumbre Tajín), los tres a principios de año, para los que apenas logró destinarle minúsculos recursos.
El IVEC, en su peor momento
El director del Instituto Veracruzano de Cultura, Enrique Márquez Almazán, músico egresado de la UV y con estudios de posgrado en la Universidad de Harvard, carga en los últimos días con la peor fama porque su primer año ha estado marcado justamente por el desdén del actual gobierno y su incapacidad para conseguir recursos en el ámbito federal.
De los 34 millones de pesos de los que dispuso esa institución en el último año del duartismo, muchos de los cuales fueron desviados por el anterior titular de la Secturc, Harry Grappa, según varias versiones de dentro y de fuera de la pasada administración estatal, este año el IVEC apenas dispondrá de 8 millones, es decir, menos del 25 por ciento.
En efecto, la Secretaría de Cultura del gobierno federal redujo los recursos para el Instituto Veracruzano de Cultura en un 75 por ciento, derivado también de la reducción de más de mil millones que sufrió la dependencia federal para 2017. El presupuesto federal para Veracruz será de 8.4 millones de pesos, dijo en abril Márquez Almazán, cuando reconoció que incluso esa pequeña suma estaba en trámite, no estaba confirmada.
Para colmo, según comentó el actual titular del IVEC en febrero, el Gobierno del Estado tuvo que regresar a la Federación 18 millones de pesos al final de 2016, pues no aportó una cantidad similar que le correspondía según el esquema acordado para el pago de Fondos Mixtos. “El Gobierno anterior no dio el pago de los Fondos Mixtos federales que son como pari passu, y hubo que regresar la aportación federal”, dijo el joven funcionario.
Gracias a eso y a la falta de conexiones y de interés en el campo cultural, los tres ejes de acción anunciados por el directivo (difusión, fomento y educación) quedarán como un buen deseo. Todavía en diciembre decía el violista mexicano convertido en funcionario público: “Queremos que en el estado y el extranjero conozcan la gran calidad de artistas y creadores que hay en Veracruz, que tenemos un estado rico ancestralmente y con un capital humano admirable a nivel nacional e internacional”. Dicho propósito tendrá que esperar… otro gobierno.
Lo más cercano ha sido su pésima presentación de la versión 28 de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) 2017, a realizarse del 21 al 30 de julio, donde ha dicho (nadie sabe si en sus cabales) que el presupuesto asignado para este evento editorial por parte del gobierno federal tuvo una reducción del 75 por ciento, lo que ha obligado a volver a los orígenes y darle prioridad a los libros.
A todo mundo le extrañó que diera datos del presupuesto del instituto como si fueran del asignado a la FILIJ, y que por ello se desentendiera de actividades artísticas paralelas como ha sido la suerte de las versiones anteriores; algo, por cierto, que podría lograrse si tuviera la capacidad para gestionar la participación de los grupos artísticos de la SEV, de la Universidad Veracruzana y del ayuntamiento, además de hacer una amplia convocatoria a grupos independientes.
Claro, tuvo la inopinada ocurrencia de señalar que, por fortuna, Xalapa cuenta con la ventaja de tener una cartelera permanente de conciertos, funciones de teatro, danza, títeres, etcétera, como si con ello se justificara la ausencia de estos eventos en en el Colegio Preparatorio, sede de la FILIJ, obligando a los organizadores a volver a los orígenes y darle prioridad a los libros, como si en anteriores ocasiones los libros hubiesen quedado en el olvido.
En fin que la cultura tendrá que esperar y habrá que ver si el próximo ayuntamiento xalapeño se compromete con este rubro porque, de otra manera, solo la UV cargará con este compromiso con los veracruzanos.
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