Analistas financieros han comentado que si desde hace 25 años se hubiera destinado sólo el 15 por ciento de todo el dineral que ha recibido la Sedesol, para mejorar las condiciones de vida de los más necesitados, tendríamos que importar pobres porque no habría ninguno en el país.
Y sin embargo, existen siete millones de mexicanos que viven en pobreza extrema. El dato no es mío sino de la delegada en Veracruz, Anilú Ingram Vallines, que tiene año y medio en el cargo y a quien inexplicablemente se le olvidó mencionar a los 48 millones de pobres que hay a nivel nacional. Porque este país tiene en total 51 millones de fregados.
Como muchas mujeres emprendedoras, la señora Ingram Vallines salió de un concurso de belleza para incrustarse en la política veracruzana y le ha ido muy bien.
Sus pininos los hizo en el gobierno de Miguel Alemán. Pero con Fidel Herrera fue subdirectora de radio y (este dato no me lo creas mucho, lector) encargada del área de Relaciones Públicas de la Coordinación de Comunicación Social. Javier Duarte de Ochoa la hizo diputada local y presidenta de la Mesa Directiva del Congreso. Quiso ser legisladora federal y perdió de fea manera.
Por unos meses anduvo a la deriva hasta que fue nombrada Delegada Estatal de la Sedesol que es algo así como que te encuentres un entero de la Lotería y al día siguiente te enteres que el número es ganador del premio mayor.
¿Qué ha hecho al frente de la dependencia? Pues no mucho.
Últimamente ha estado muy activa visitando comunidades, pero más que para vigilar que lleguen los apoyos, para candidatearse al Senado de la República. Y qué bueno, ojalá se le haga al menos la candidatura. Lo que no se vale es que utilice recursos de la dependencia para hacerse propaganda.
Más que promocionar a la Sedesol, es decir, más que agasajar a la festejada, Anilú Ingram se promocionó a si misma organizando un evento en el patio central del Palacio de Gobierno donde asistió lo más granado de la política estatal con el gobernador Miguel Ángel Yunes incluido.
Anilú habló de los pobres como si en verdad le preocuparan, pero se olvidó de invitar a Palacio de Gobierno al menos a uno de los 500 mil desarrapados que sobreviven en la entidad.
Después del evento, ofreció una comida en un lujoso restaurante donde tampoco invitó a ningún andrajoso, sólo a sus amigos más cercanos y a sus cuates de los medios. Que ya reciben las jugosas propinas de la funcionaria, con cargo a la Sedesol, por supuesto.
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