El activismo de grupos como el Consejo Mexicano de la Familia ha lanzado iniciativas mediáticas que han tenido resonancia porque se han preocupado por trabajar y presentar sus viejas ideas conservadoras con nuevos mensajes que penetran. También haciendo uso tanto del trabajo en las calles como en las redes. Conceptos indefinidos como la ideología de género se han posicionado como antagónicos a la perspectiva de género, aunque no se tomen la molestia por explicarlo suficientemente. No necesitan hacerlo, sólo repiten una y otra vez que la “ideología de género” es perversa y la colocan como una idea con la que deben estar de acuerdo las personas con moral y decencia.
De hecho, su éxito ha consistido precisamente en usar –y repetir− frases elementales y contundentes. Esta es, sin duda, una respuesta a los espacios ganados por el reclamo al respeto de los derechos humanos de las mujeres.
Las frases que han utilizado mujeres y hombres activistas por el derecho a decidir ha ido generando una cierta reflexión en el sentido de que se trata de un asunto social y no moral, que los conservadores han decidido contrarrestar: “Educación sexual para poder optar”, “Aborto legal para no morir”, “Por nuestro derecho a decidir”, “Las ricas abortan, las pobres mueren”, “Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”, “Las mujeres deciden, la sociedad respeta y el Estado garantiza”, “Nosotras parimos, nosotras decidimos”, “Decidir es mi derecho”, “El aborto es una deuda de la democracia” y otras más han ido ganando adeptos, sobre todo entre los jóvenes.
La facción conservadora ha respondido recientemente con campañas que se enfocan tanto en rechazar la interrupción del embarazo como en desacreditar la diversidad sexual. Hablan de la “protección de la vida desde la concepción”, “ideología de género”, “no se metan con mis hijos”, “que no te engañen”, “los niños tienen pene, las mujeres tienen vulva, esto es biología no ideología”. Pues al mismo tiempo que niegan la diversidad, reafirman los roles y opciones tradicionales de la sexualidad.
Anteriormente, cuando el feminismo era cuestión sólo de pequeños grupos, cuando los derechos de las mujeres no tenían la capacidad de convocatoria que hoy llena plazas, la opción de políticos y partidos políticos era sencilla: se iban del lado de los conservadores, porque así no tenían pierde.
Hoy, la opción no es tan sencilla. Entre los votantes, cada vez hay más ciudadanos que exigen el respeto a los derechos de las mujeres. Ningún estado, fuera de la Ciudad de México, ni el Congreso federal se han decidido a legislar por un aborto libre. Según se vea el debate hacen concesiones o reprimen la interrupción del embarazo con el incremento o reducción de causales válidas para un aborto, incluso la cárcel, de acuerdo al poder que han podido ejercer los grupos conservadores y la composición partidista, pues sólo el PRD ha apoyado abiertamente este derecho. En 2016, todavía dos entidades –Guanajuato y Querétaro− admitían el aborto única y exclusivamente en caso de violación, en tanto que había entidades que consideraban hasta cinco causales, como malformaciones genéticas graves en el feto, peligro para la vida de la madre, inseminación artificial no consentida, por causas eugenésicas graves, cuando existe evidencia de que el embarazo produce daño físico o psicológico grave e incluso cuando el embarazo conlleva una precaria situación económica, como lo marcan las legislaciones de Yucatán y Michoacán.
Los logros a favor de los derechos humanos de las mujeres nunca son definitivos, pues la presión de los grupos conservadores para modificar y dar pasos atrás en las legislaciones no ceja, pero ahora, tampoco lo hacen los activistas que reclaman normatividad acorde a los derechos humanos y a las tendencias mundiales.
Es cierto que el tema de los derechos humanos de las mujeres todavía no decide una elección, pero las oportunidades se abren con más participación femenina respaldada en la legislación electoral. Los procesos electorales son coyunturas que, cada vez más, son aprovechadas para inclinar la balanza hacia un lado u otro. Ya no es suficiente la homilía dominical para que un candidato o partido se afilien a las posturas atávicas que ha enarbolado la iglesia católica. Ahora deben responder a una ciudadanía más heterogénea, más reflexiva, con militancias diversas y más exigente.
Las mujeres tendremos que recordar esto a los potenciales candidatos que en este momento están haciendo labor en sus partidos, es decir, haciendo alianzas, tratando de quedar bien con quien decide o dando patadas a los que les pueden hacer sombra para obtener una candidatura. Todos ellos deben saber que hay una deuda enorme con los derechos de las mujeres y que este punto puede determinar muchos votos.
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