Da lugar a una confronta de la vieja guardia con un neopanismo corrupto y sin escrúpulos. Queda asimismo desdibujado al aliarse con izquierdas decadentes y movimientos ciudadanos no que tienen militancia ni simpatía popular.
Así, escindido rumbo al 2018, difícilmente permitirá la promoción de Anaya a la presidencia o que le permita la misma estructura azul un dedazo en favor de Miguel Angel Yunes Márquez en Veracruz.
Se ve incluso más viable que el PAN termine pactando con el PRI, como lo hizo cuando Felipe Calderón permitió la unción de Enrique Peña Nieto... porque todo en política es negociación.
En ese escenario la pregunta obligada es saber si ¿Veracruz será negociado?
En un primer esquema se observa una complicada, aunque no imposible, acuerdo con este partido hoy coaligado en un Frente Ciudadano de la mano del PRD y el Movimiento Ciudadano de Dante Delgado.
En otro sentido el efecto Margarita cambia la circunstancia veracruzana acaso en una pretendida intención panista de abrir su juego y romper compromisos anayistas lo cual daría lugar a un aperturismo en donde se coloque como candidato a la gubernatura Julen Rementería.
Así, rota la jetatura yunista, Veracruz transitaría a una elección más democrática que dinástica, fuera de la estridencia y la constante confronta personal.
Y en el peor escenario priista de alternancia con el PAN en el 2018, seguramente el PRI antes de entregar la Presidencia de México negociara plazas importantes como Jalisco, Puebla y Veracruz que es la tercera reserva electoral. Ello le permitiría al PRI reconstruirse para el 2024.
Eso en un escenario PRI/PAN ya que en la pista alterna se mueve Morena y de entrada les urge atajar a como dé lugar a Andrés Manuel López Obrador sumando en mayor número de votos en su contra.
Y para Veracruz la presencia de Cuitláhuac García, si bien es de cuidado, también lo es su realidad electoral en donde el techo de crecimiento es por ahora de 700 mil votos alcanzados en la pasada elección gubernamental difícilmente le darán para duplicar la cifra y ganar la silla. Su estructura no le alcanza al igual que la capacidad de maniobra electoral y cobertura para los 212 municipios.
Consideremos, sin embargo, que en un juego real contiendan Miguel chico y Pepe Yunes.
Sería una lucha desigual entre un buscapleitos y un hombre de estudios; un político novato contra un político que lleva 20 años de trayectoria; un chavo que va de la mano de su papá presumiendo obras municipales contra un político que al menos en los últimos cinco años ha llevado recursos por más de tres mil millones de pesos; un jovenazo cuya familia carga un pesado lastre, contra un político que se ha caracterizado por su honestidad.
Eso es lo que se vería contra lo que se quisiera: una contienda de piso parejo en donde ocho millones de veracruzanos quisieran no votar en el enojo o búsqueda de venganza sino en conciencia del cambio.
Pepe, Miguel chico y Cuitlahuac van por el cambio. Cada quien a su modo y en la circunstancia de la geografía política que se registra en el día a día.
Y es en ese escenario de cambios donde hay que tener cuidado en no irse con la finta de las encuestas a modo, ni de las otras que sostienen imparcialidad.
Hay que cuidarse de filtraciones toscas y a modo como la que hace unos días circula el PAN sobre la intención del voto para el 2018 en donde se coloca al chavo Miguel Angel Yunes Márquez con el 19.3%, seguido con el 17.1% de Pepe Yunes y 16.3% de Cuitláhuac.
Es como si al PRI o Morena pidiéramos dieran su versión de encuesta.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |