Yunes Linares prefirió hablar de los desfiles conmemorativos del aniversario de la Revolución Mexicana. “Está muy tranquilo en todo el estado. La verdad es que se sintió un gran entusiasmo, como aquí. Es parte de la vida libre, democrática y tranquila que se lleva en Veracruz y particularmente en la capital del estado”, afirmó el mandatario, en un tono que sonó prácticamente como una burla.
Pero sus palabras se volvieron en su contra casi de inmediato, cuando por la tarde del mismo lunes la “vida libre, democrática y tranquila que se lleva en Veracruz” dio paso otra vez a la violencia, esta vez con tintes políticos: en el sur de la entidad, un comando armado se presentó en el domicilio particular del presidente municipal electo de Hidalgotitlán, Santana Cruz Bahena, para ejecutarlo a mansalva.
Este asesinato sí mereció que el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares se pronunciara al respecto, prometiendo a través de su cuenta de Twitter que “se hará justicia” y expresando su “afecto” a los “familiares, amigos y compañeros de Nueva Alianza” del político asesinado.
No hay que perder de vista que ese partido fue el que postuló Cruz Bahena a la alcaldía de Hidalgotitlán, y con el cual el panismo veracruzano quiere aliarse en los próximos comicios locales. Si no de hecho, sí de facto, gracias al pacto del yunismo con el principal financiero del partido turquesa en Veracruz, el duartista diputado local por San Andrés Tuxtla, Vicente Benítez González.
Mientras tanto, la justicia y la seguridad prometidas no llegan al estado de Veracruz, que está convertido en un polvorín a pesar de los múltiples anuncios que durante todo el año se han hecho sobre el reforzamiento y la multiplicación de operativos de seguridad a lo largo de la entidad, coordinados entre las fuerzas estatales con las militares.
Pareciera que entre más operativos se realizan, los índices de violencia se dispararan –en el sentido más literal del término- en la misma proporción, y que los criminales los vieran incluso como una oportunidad para desafiar al Estado, que ha sido incapaz de contenerlos.
La apertura de la temporada electoral que ya está en marcha en la entidad, y que por sí misma tensa el ambiente, representa un factor adicional que incide en el aumento de la violencia, más aún en un estado como Veracruz, donde las pasiones se desbordan fácilmente cuando es época de disputa entre los diferentes grupos políticos por las distintas parcelas de poder existentes, que en 2018 estarán en juego por última vez por lo menos por los siguientes tres años.
Son tiempos de violencia y política. Y los ciudadanos estamos en medio, como siempre, intentando sobrevivir a la ambición e irresponsabilidad de la clase gobernante.
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