Por esas aberraciones la historia del periodismo da cuenta de casos como el de Carlos Denegri, un auténtico gánster de la tarea reporteril, quien escudado en el diario Excelsior dedicó su vida profesional al chantaje y la extorsión.
Fue el mejor reportero de su época, los cuarenta y cincuenta. Fue el peor periodista de su generación. Fue el pionero de las noticias de televisión. Fue el más impopular comentarista televisivo. Fue la pluma más mordaz. Fue la pluma más vendida. Fue un cosmopolita declarado. Fue un provinciano redomado. Fue un exquisito. Fue un salvaje. Popularizó la frase “Dios mediante”. Pero no tenía Dios, ni Diablo. Fundó la columna política en México pero institucionalizó con ella el vil chayote.
Un día, Carlos Denegri cayó muerto de un tiro en la cabeza.
“Denegri no daba miedo, daba asco”, escribiría Julio Scherer. Así se escribiría el epitafio de éste periodista cuyos émulos aun lo siguen considerando apóstata del periodismo.
La historia reciente, sin embargo e infortunadamente, nos sigue dando ejemplares parecidos.
Algunos siguen llenando sus alforjas en base al chantaje y difamación, otros han muerto sumidos en el alcohol y los más de esta deplorable estirpe solo han conservado la fama que dan las alas de papel periódico.
En el periodismo, sin embargo y a pesar de estos especímenes, pervive.
Es el caso del “periodista” poblano, Mario Alberto Mejía quien se dedica, según el mismo se define, al periodismo ficción... y también al chantaje y la violación persistente de la ley.
Confieso que ignoraba que existía el género de “periodismo ficción”, pero bueno.
Este amigo Mejía fiel al “perro come perro” en días pasados acusó, denunció e insultó al periodista veracruzano Luis Ramírez Baqueiro, conocido conductor de noticias en radio en Xalapa y acreditado columnista crítico de haberle plagiado su columna “El día en que Osorio Chong Ganó la candidatura del PRI”.
Y amenazó con demandarlo.
Esa columna periodística, que en estricto rigor periodístico no es columna, habla de que Trump le dijo al presidente Peña que “el candidato de nuestro partido (PRI) debes de ser tu (Osorio Chong)”.
Ello dio pie a que Baqueiro recreara el tema en su muy leída columna “Astrolabio Político“, bajo el título de “Y el candidato es… ¡Osorio Chong!”, lo cual desataría una andanada de ataques del ofendido, de amigos del ofendido y cierta prensa veracruzana, amén de las redes que literalmente se lo comieron.
El periodista de Puebla acusa plagio periodístico cuando en los hechos su nota ficción anduvo bailoteando en Facebook y WhatsAapp, sin firma y manoseada por los boots y demás arañas de las redes empeñadas en empujar a Osorio Chong como el “bueno”.
Desde muy temprana hora esa “columna” circuló en Veracruz con un derivado adicional, de que si no fuera el candidato Meade presidencial, tampoco lo sería Pepe Yunes en Veracruz.
¡Vaya revelación!
La “columna” de Mejía despertaría en algún sector jarocho cierto morbo, pero en otro daría cuenta de que el escritor de marras de política no sabe nada.
Más aún.
Si nos remitimos al seriado de colaboraciones que escribe en su espacio denominado “24 Horas” (fotos), nos damos cuenta que, en efecto, escribe como diría Carlos Salinas, pura política ficción.
Otros títulos de sus columnas:
“El Día que José Antonio Meade fue nombrado candidato (Periodismo ficción); “El día que Aurelio Nuño escuchó las palabras mayores (Periodismo ficción); “El día en que José Narro Robles despertó convertido en el candidato del PRI” (Periodismo ficción).
Conclusión lo que escribe Mario Alberto Mejía, son puras… Pura ficción, pues.
Este “periodista” más que andar ofendiendo y amenazando con demandar a otro (Baqueiro) que si es periodista, debería dar las gracias por quien se mal ocupa de sus ficciones.
O mejor quedarse callado ya que tras el diferendo ha salido a relucir quien es en realidad Mario Alberto Mejía, un hampón disfrazado de periodista sobre quien pesan señalamientos de presuntamente haber abusado de unas menores, de ser acusado ante las autoridades ministeriales por su propia esposa y ser un extorsionador profesional.
Me remito a lo hecho público por la editora Porrua, en su título “Prensa Negra”, bajo la autoría de José M. Martínez. 2007, en la que alude a Mejía como “pederasta, asesino y chantajista”.
Otras linduras se escriben sobre este “periodista” ofendido por plagio de una columna ficción, como un documental que revela una serie de atrocidades por él cometidas.
Baqueiro adelanta que interpondrá una contrademanda contra el poblano por daño moral y difamación.
Hace muchos años sé del profesionalismo del señor Baqueiro y honrosa medianía en la que vive. Su recio andar le ha provocado con sus enemigos recelos y suspicacias y oportunidades para insultarlo como ahora lo hacen a través de las redes.
Los Denegris, como Mejía, andan por otro lado, uno en Puebla y se llama Mario Alberto Mejía.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |