No contento con ello, Duarte y su pandilla se dedicaron a saquear al estado al grado que el dinero comenzó a escasear y no alcanzó para pagar a campesinos, burócratas, pensionados y menos a las personas vulnerables, porque hasta esos apoyos se llevaron los bandidos.
La deuda interna y la externa hipotecaron a Veracruz y como consecuencia, la pobreza y la miseria se vinieron a vivir a la entidad.
Si hubo un sexenio donde el caos económico llegó a su clímax, ese fue el de Javier Duarte.
Pero Duarte al fin se fue y los veracruzanos respiramos más o menos tranquilos porque si bien no había ni dinero ni empleo, poco a poco se iría la pandemia de la inseguridad aparejada con la violencia. Al menos así lo aseguró quien hoy nos gobierna y eso fue lo que creyeron más de 940 mil veracruzanos que votaron por él.
Pero la violencia se disparó al doble y puso a Veracruz en los primeros lugares en robos, ejecuciones y secuestros.
Y vinieron los comparativos entre el primer año de gobierno de Duarte, con los primeros 365 días de la actual administración y el resultado fue de espanto.
Nada que ver la inseguridad en el sexenio duartista con la que se vive actualmente.
Y en lugar de explicaciones, vinieron las descalificaciones.
Este fin de semana me tocó sentarme en la mesa donde estaban, aparte de un par de amigos, un conocido crítico del actual gobernador convertido ahora en su defensor a ultranza.
“Yunes Linares ha combatido como nadie a la delincuencia” dijo el sujeto. “Yunes Linares es el gobernador que más recursos ha invertido en seguridad”. “Yunes Linares casi no duerme por estar al pendiente de los veracruzanos” indicó. Y tentado estuve a preguntarle si le vigilaba el sueño.
Pero la mesa se puso candente cuando recurrió a la sobada frase: “La inseguridad nos la heredó Javier Duarte y quienes critican al gobernador es porque añoran los tiempos del gordo”.
Caray, qué argumento tan pobre y penoso.
De nada valió que un amigo sacara a relucir los informes que mes con mes da a conocer el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, donde pone a Veracruz en el top ten de la inseguridad. Tampoco valieron como tesis las muertes violentas que día con día enlutan familias.
Displicente, el tipo dijo que esos datos están “alterados” y que comparativamente estamos mejor que en el sexenio duartista.
“Todos los muertos eran delincuentes; se están matando entre ellos. La gente de bien camina sin miedo por las calles. Yo por ejemplo, no utilizo guaruras, je je je”.
Imposible hablar con sujetos así.
Reitero; nadie extraña los tiempos de Javier ni quiere que regrese a gobernar Veracruz, pero sus números en cuanto a violencia e inseguridad (que ya eran brutales), palidecen ante los de esta administración que puso como eje central de su gobierno combatir la inseguridad y la violencia.
¿Peor? imposible, decíamos en tiempos de Javier. Pero por desgracia no ha sido así.
Solo nos queda desear que la violencia haya llegado a su cenit, para ver si de fregadera comienza a bajar por pura ley natural.
PD.
No, la charla no fue con el diputado neopanista Sebastián Reyes Arellano, que hace unos días culpó a los medios de comunicación de magnificar la violencia en Veracruz. Pero sí con un sujeto más o menos parecido.
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