Para la campaña de Héctor Yunes Landa por la gubernatura en 2016, que se recuerde, siempre fue colocado por las “patito” y por prestigiadas encuestadoras, como el “favorito” 12 puntos arriba.
Al final perdió pese a todo pronóstico en su favor.
Por tanto, si nos apegamos fielmente a las encuestas –las que no se publicitan, las no “patito”-, observaremos una realidad incontrovertible: sí hoy fueran las elecciones el hijo del gobernador sería el ganador.
Hoy, sin embargo, no son las elecciones y los indicadores no serán los mismos dentro de cinco meses ya que por estos días solo se puede observar que lo único que publicita una encuesta es quién no quiere votar por un partido en donde el PRI pierde de todas todas.
Por tanto, cada aspirante tendría que trabajar mucho para posicionar su realidad y para eso ello hay que tener un real acercamiento ciudadano, nuevas estrategias con los medios de comunicación y convocar a quienes gozan de buena reputación.
Hoy la variación en los números de las encuestas se debe a que aún no hay candidatos, sino aspirantes; a que las campañas electorales serán hasta mayo y a que la guerra de estiércol, que va de la mano de las redes, marca pautas no definitorias.
Las encuestas, en síntesis, tienen más el propósito de propaganda y desmoralizar al adversario, que presentar la realidad.
Ello incluso va para los tres en la recta final.
A Miguel no lo dejan crecer: es el hijo del gobernador, el junior, el chiqui, el heredero del nepotismo, el alterado y agresivo y ¡Cuidado! con que llegue porque será peor que el papá.
De Pepe, con toda esa cauda de honestidad y trabajo por dos décadas, lo persiguen y atacan porque se junta con corruptos, porque es del PRI, porque viene de gobiernos rateros, porque es demagogo, aunque haya bajado multimillonarios recursos en su último desempeño y porque nadie va a sus mítines aunque las fotos y videos digan lo contrario.
Y el “Cui”, como se le dice en la jerga popular, pues a este joven de 43 no le perdonan que producto de su soltería aún viva con mami; lo señalan por su cabeza hueca, por ser remedo del Peje, por no tener ideas tan solo ocurrencias; por traer una fotito de Duarte con Yunes Márquez y… hasta de ir al cine en la noche con una señora cuando sus competidores andan chambeando como locos.
No hay duda.
El de hoy es un tema de camisetas y de colores “Quizás si me quito la camiseta, sería el bien amado”, dice con sorna Pepe Yunes, “pero eso no lo voy a hacer nunca y en ese sentido, estaremos derrotando al adversario”, sostiene.
En esa realidad política conviene, por tanto, observar como del lado de los dos punteros, Miguel Angel Yunes Márquez y Pepe Yunes se manifiesta un localizado afán por trabajar más por el nombre que por la marca; por los hechos más que por el pasado que los condena… a los dos: uno por venir del PRI y al otro por la trayectoria de su papa.
Sostiene Yunes Márquez que su trabajo modelo en Boca del Río habla de su capacidad; de cómo a pesar de la adversidad que le impusieron los gobiernos de Fidel y el de Duarte, pudo salir avante y cómo es posible salir de la crisis en un sexenio.
Hoy el gran reto, dice en contraparte Pepe Yunes, “es luchar contra esa generalización que asocia al PRI con la corrupción, que asocia al PRI a malos gobiernos, sin ningún pudor en la generalización, lo cual me parece muy injusto”.
“Ya en campaña, se defiende, habré de desasociar al partido integrando un equipo de campaña que me permita mandar una señal con claridad de quienes son los que van a estar participando, cuáles son sus méritos y qué tipo de responsabilidad tendrán y eso seguramente, habré de hacerlo público, cuando me lo permita la ley”.
Son, en efecto, los tiempos los que irán marcando esa exigencia. Será el hombre y su equipo integrado con los mejores veracruzanos los que den la pauta.
La fama pública de quien nunca ha robado un peso será la pauta del cambio real para Veracruz. Habrá que confiar en aquel que ha bajado recursos en favor de las mayorías desprotegidas sin pedir un moche y no cargar con un conflicto de intereses.
¿Cómo le vamos a hacer para ganar?
Dice Yunes Márquez que la siembra ya la puso su padre; que ya le dio un equilibrio a la deuda pública, que se trabaja en la seguridad pública; que llevó a la cárcel a los corruptos y que el cambio está en sus manos.
Pepe Yunes la piensa así:
“Lo vamos a hacer como lo he trabajado a lo largo de 20 años, yo no llegue con un gobernador de la mano, yo no he recibido una invitación para hacerme político, yo empecé de suplente en una elección y luego a los tres meses me pidieron que fuera yo candidato a presidente municipal -cuando tenía que terminar por cierto, un postgrado- y desde entonces, en esa orientación decía, yo no quiero ser presidente municipal, yo quiero ser gobernador de Veracruz. Ya fui presidente municipal, y luego fui diputado federal, y desde entonces, no pierdo una casilla en mi pueblo y esta es mi octava elección”.
“Entonces, a mí esto no me espanta, faltan cinco meses, tengo la mejor propuesta, tengo la mejor trayectoria, tengo la convicción de que vamos a hacer bien las cosas, hemos acreditado trabajo, si alguien tiene que coincidir conmigo en el partido, no lo puedo evitar, pero las fotografías no hablan, ni las fotos marcan pauta”.
A todo este planteamiento pareciera injusto excluir de este análisis a Cuitláhuac García de la puja por la gubernatura, pero cómo hacer el planteamiento si este amigo no habla, no participa, no propone y solo anda de dama de compañía de Andrés Manuel López Obrador sin considerar que aun ganando el Peje, éste no será el gobernador de Veracruz.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |