En mes y medio comenzarán las campañas y a reserva de que algún lector panista me diga de cosas feas, pienso que la lucha por la presidencia se centrará entre AMLO y Meade.
AMLO no tiene problemas, lo único que debe hacer es conservar su ventaja.
A lo que temen sus seguidores es a que se enfrentará, inevitablemente, a su peor enemigo que no es otro que el propio Andrés Manuel, y ahí es donde la marrana torcería el rabo. No hay que olvidar que cuando el tabasqueño llega a la cima le da por descarrilarse.
José Antonio Meade por su parte seguirá luchando a contracorriente. Lleva como lastre la pésima imagen de Enrique Peña Nieto y su gobierno, el rechazo social hacia el partido que lo postula, los actos de corrupción de este sexenio y las raterías de los gobernadores priistas.
Peor panorama, imposible.
Pero con todo, pienso que será el que dé batalla al puntero.
¿Por qué tanta seguridad? Porque es mucho lo que se juegan el presidente y el PRI como para soltar el poder así nomás como así.
¿Será que Meade repunte en cien días los 12 puntos de diferencia que le lleva AMLO?
Un analista político me dijo que sí es posible: “Si logra subir en abril cinco puntos le habrá dicho adiós a Ricardo Anaya y se pondrá a siete de AMLO, que desde el 2006 tiene 38 por ciento de las preferencias como su techo en los sondeos. Y si en mayo sube otros cinco puntos, entonces estaría sólo a dos de Andrés Manuel que evidentemente se pondrá nervioso y comenzará a cometer burradas”.
Ojalá fuera así de fácil.
Lo cierto es que tendremos a tres candidatos para escoger. Un joven ambicioso, tracalero y vivales que puede resultar peor que Duarte y Borge juntos; un sujeto de 64 años, conservador y con ganas de ser dictador, pero que aglutina el descontento y la esperanza de más de 50 millones de pobres; y un excelente e inteligente político (sin duda el mejor de la baraja), pero que está cobijado por un partido completamente desprestigiado y lleno de bandidos indeseables.
¿Y los demás?
Bueno, pues ahí están Margarita, El Bronco y el Jaguar que juntos tienen el 11 por ciento de las preferencias y quizá, terminarán pactando con uno de los grandes.
Esas son todas las propuestas.
Pero si nos centramos en los verdaderos aspirantes, la lucha entre AMLO y Meade será intensa y tendrá un ingrediente adicional; por primera vez en su historia el PRI marrullero y tramposo, apoyará a un candidato sin mácula.
¿Quién será el ganador?
Imposible vaticinar, pero lo que sí es seguro, es que si el tricolor apoya como es de esperarse a José Antonio Meade, el final entre éste y Andrés Manuel será de fotografía.
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