El problema es que los mexicanos mentamos madres y arreglamos el mundo en los cafés, en los bares, en las reuniones famiiiares y en las redes sociales. Pero nada más.
Estamos ante la conducta tramposa, diría delictiva, de querer engañar al INE con la captura de más de tres millones de firmas falsas. Pero no hay sanciones. No estarán en la boleta, pero nadie será castigado por este procedimiento amañando, por dolo u omisión, que ha quedado desvelado ante todos.
Pero no ha pasado de ser anecdótico o para hacer memes. Ese es nuestro México, el de la normalización de la trampa. El de no castigar, pero también el permitir que Margarita Zavala aparezca en la boleta, cuando al menos la mitad de las firmas que registró también eras falsas. Bastaba una, pero no importa.
Los órganos electorales van perdiendo credibilidad al permitir este tipo de conductas. Van construyendo una percepción de parcialidad o de prestarse al juego político, dejando de lado la ciudadanización que tanto trabajo costó construir para tener un instituto electoral confiable.
En tanto, Marichuy, Clouthier y Kumamoto, dejaron en claro que si se podían lograr las firmas necesarias de manera limpia y transparente, validando más del 92 por ciento de las mismas.
Entonces, por qué seguimos permitiendo que la trampa siga siendo la práctica normal de este país?
Que tristeza. |