Ello representaría la declinación de Miguel Angel Yunes Márquez en favor de Pepe Yunes, para formar un frente común que ataje el efecto Peje en favor de Cuitláhuac García.
Y es que a estas alturas, a poco menos de ocho semanas de la elección, los números no mienten.
La ventaja que presentaban las encuestas “patito” en donde colocaban al hijo del gobernador 22 puntos arriba de Pepe y 12 puntos por encima de Cuitláhuac, resultaron más falsas que las bubis de Ninel Conde.
Hoy la realidad, manifiesta en las redes sociales, en los medios de comunicación impresos, en la percepción de la opinión pública y en la propia sociedad civil, es de hartazgo.
Hay una notable coincidencia de que Veracruz salió de Guatemala para entrar a guatepeor con un gobierno vigente que engaña y no cumple, que se la pasa haciendo juegos escenográfico y “cajas chinas”.
La última, las botargas en contra de los morenos que ganó el repudio veracruzano y el de todo el país. Vaya ridículo.
Jamás imaginaría el hijo del respetable izquierdista, don Atanasio García, los índices de aceptación que se alcanzaría Cuitláhuac al arranque de una campaña inocua por las calles de Xalapa a no ser por la brillante torpeza del gobierno de enviar botargas con la cara del dictador Hugo Chávez.
Error de primaria.
Los puntajes se dispararon en favor de Cuitláhuac quien un poco en broma, un poco en serio, anda ofreciendo un contrato a Miguel Angel Yunes Linares para que le coordine su campaña.
A esa acción se suma la cuestionada gestión de 17 meses del gobernador que ha dado lugar a replantear la estrategia de campaña en el cuartel panista que busca de manera denodada atajar a como dé lugar la oleada morena.
En la cúpula del poder aldeano bien se sabe que el juego es de acierto-error.
Si Veracruz se lo lleva el Peje; si gana la república; si arrasa como se prevé y cuyos números –estos sí ciertos- así lo demuestran, triste será la calavera de la familia dinástica.
Al carajo se irá el proyecto de los 14 años.
Y no solo eso, al primero que se le llamará a rendir cuentas sería a Miguel Angel Yunes Linares a quien le será aplicado su mismo veneno de no perdón, no olvido.
Ayer mismo en Córdoba, López Obrador llamó al pueblo veracruzano a impedir a como dé lugar la asunción “monárquica” del hijo del gobernador.
“Debemos impedir que Yunes Linares instale una monarquía. Hay que tener cuidado con lo de Veracruz porque nunca en la historia de México se había visto que un gobernador le entregara el gobierno a su hijo, nunca”, gritó el Peje ante miles de simpatizantes.
Consecuente pues cuando el moreno llegue, si es que llega, que su primera acción presidencial -apoyado en la famosa “carpeta azul” que incrimina al rijoso gobernador por enriquecimiento ilícito- sea llevarlo a prisión.
Eso ni dudarlo.
Ello, consecuentemente, replantea el escenario electoral en donde las piezas se mueven con tal rapidez que obligan al cambio de fichas.
Pepe Yunes, etiquetado con el sello de la honestidad, aliado con el PAN, eventualmente representaría un elemento clave para Veracruz y la república.
Aliado con el PAN sumaría una victoria aplastante que oscilaría entre los 2 a 2.5 millones de votos en favor de una eventual coalición, un apetitoso bocado para un José Antonio Meade hambriento de sufragios.
Meade estará este sábado en Poza Rica, Tuxpan y parte de la huasteca, bastiones del PRD y el PAN. Su presencia arroja una lectura por demás interesante al venir a observar in situ como anda el agua de los camotes.
Por lo pronto una alerta roja está encendida en el refugio azul.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |