Dios nos libre, sin embargo, que sea nuestra gobernadora después de la trinca infernal que nos ha gobernado.
Colocada en su papel de “porro” (¿?) acaso “porra”, pero de los azules, dedicó el “Debate” previo, el de XEU, al igual que el de OPLE a gritonearle a Cuitláhuac García, cual esposa ofendida y engañada.
Lo tachó de irresponsable, güevon, impreparado, nini, socarrón… y encima de todo un total raterazo.
Con ridículos cartoncitos, igual que la fotografía amarillenta y apestosa que porta Cuitláhuac desde el año pasado en donde se ve a Javier Duarte y al hijo del gobernador muy acuaches, la ex morenista demostró y nos convenció a rabiar cuan indolente, ignorante, rapaz y diez adjetivos más, de casta le vienen al atarantado del “Cuícaras”, como le dicen quienes no lo quieren.
Así se vio, tan convincente como comprada.
Así, la pugilista, peso completo, Juli, o July Sheridan, se erige en ganadora indiscutible del debate tras cumplir su encomienda sin mácula al encabezar la cruzada contra el puntero en la contienda por seis puntos.
A la aspirante a nada, solo le faltó el “¿Me oíste, inútil!?” de la gorda de Alto Lucero.
Pero en lo general bien, que digo bien, superbién.
Se llevó los reflectores –sus buenos centavos también-, acaparó el morbo público y bien que cuajó eso de que Cuitláhuac tiene propiedades por 60 millones –que ni Obama tiene- que seguramente oculta muy bien o guarda en algún banco de Alemania ya que vive en una modesta casa desde hace 30 años con su papá, allá por la Villahermosa, en Xalapa.
La panista, perdón la morenista –vaya ¡no doy una!- la aliancista, de apellido ruso o quizás alemán, se llevó un diez en ofensas.
Es ganadora del debate por sus gritos destemplados, ofensas, descalificaciones, impecables cartoncitos en sánscrito o alemán –no se sabe-, sus dichos, denuncias y ridiculeces sin fin.
Sin presentar, más que de lejos, sospechosas pruebas y números millonarios, cumple al cien de quitarle un poco de carga de las ofensas que le tenía reservadas el chiquiyunes que lo máximo que le dice a Cuitláhuac es que es un ridículo.
La Sheridan tras su empeñoso esfuerzo de golpeadora deja muy en claro a la ciudadanía, sin decirlo desde luego, que jamás contraerá matrimonio con Cuitláhuac.
Tampoco lo hará su compadre “¡prefiero tirar a mis hijos al río!” y sí cobrará –porque así es la política- la factura por su actuación que si no es de Oscar, al menos de un Ariel totonaca.
A la señora Sheridan, a quien si le urge un curso de lectura rápida y dicción, se le olvidó que en el 2016 ganó una diputación gracias a Morena y que hay una nebulosidad fiscal en torno a la cadena de escuelas de baile que tiene en Minatitlán.
Hoy su comportamiento político plagado de agresividad mueve a la suspicacia dada su incongruencia política e ideológica al dejar muy en claro cuando estaba pegada a la ubre de Morena, en entrañable amistad con Rocío Nahle, Cuitláhuac García y Manuel Ladrón de Guevara, mandamases de ese partido en Veracruz, que ella no era golpeadora profesional.
“Me gusta confrontarme en las canchas, pero no insultar y agredir por consigna”.
El pez por la boca muere.
Cuando renuncia a Morena para ir por la candidatura gubernamental bajo las siglas de Nueva Alianza, ese partidazo que financia el honrado y honorable Vicente Benítez, diputado, ex tesorero de Duarte y hoy fiel vasallo de Yunes Linares, la dama que asegura que no agrede “ni insulta por consigna”, declaró jamás haber visto ni hablado por teléfono con el gobernador Yunes “hasta el día que tomó posesión”.
Mentía.
Una comprometedora fotografía tomada el primero de diciembre del año pasado a bordo de un lujoso jet privado en donde se le ve en primer plano acompañada del gobernador y en el asiento trasero Yunes Márquez, revelaba que el ocultamiento informativo iba más allá de la mentira.
La selfie la tomó la propia aprendiz de nada y fue subida a las redes en el mismo momento en que renunciaba a Morena ¡Vaya casualidad!
La realidad es que a la Sheridan siempre le ha gustado en billullo. En el mundo de la política y los cosméticos es conocida como “Lady Bolsitas” por acudir a las sesiones ordinarias del Congreso del Estado con accesorios del diseñador Luis Vuitton.
La señora, quien fuera de su nombre artístico, July Sheridan, responde al nombre de Miriam Judith González Sheridan, gana sin duda el debate, por ser fiel al mandato de buscar destruir al puntero, por su apego a la desvergüenza, ser cabalmente incongruente, convenenciera y como dice Armando Ortiz, evidentemente cínica.
Aplausos.
La ganadora indiscutible del debate es la Sheridan quien nunca gobernará más allá de sus negocios.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |