Nunca escuché que alguien lo mencionara ni siquiera por equivocación. Tampoco en charlas salpicadas de chistes crueles y humor negro.
Si se lo hubieran puesto de niño, traería arrastrando ese apodo como los presos arrastraban sus cadenas. Y como es realmente feo, la raza jarocha se lo restregaría en la cara un día sí y otro también, porque el chiste de un apodo es que moleste al que lo carga.
Esto habría dado pie a que en lugar de cabecear “Detuvieron al Fisculín en la CDMX”, el medio que dio a conocer así la noticia hubiera escrito “Detuvieron a la Jaiba Loca en la CDMX” ¿Por qué? por la simple y sencilla razón de que el segundo apodo tiene más mala leche que el primero.
¿Sería acaso un mal dato del reportero? Pudiera ser. Porque Luis Ángel ni tiene los ojos saltones, ni un brazo más largo que el otro, ni camina de lado y tampoco está loco.
Un amigo periodista me dijo que al parecer el apodo se lo endilgaron cuando era estudiante universitario ¿Por qué? sabrá Dios ¿Y por qué no sobrevive hasta ahora cuando es más demoledor que Fisculín? Eso es un misterio.
Apodos aparte, lo cierto es que Luis Ángel fue detenido y encerrado en el penal de Pacho Viejo donde se le seguirá un proceso por desaparición forzada.
El ex Fiscal alega que su detención fue arbitraria ya que estaba amparado. Además, dice que se está violando su presunción de inocencia al dar por hecho que es culpable del delito que le imputan.
Por su parte, la Fiscalía General del Estado lo está acusando por su probable participación en la comisión del delito de desaparición forzada de personas, en su modalidad de entorpecer la investigación y apoyar a que los responsables de su comisión se eludieran de la acción de la justicia.
De acuerdo con la FGE, Luis Ángel habría instruido a sus subalternos a entregar 13 de 19 cuerpos encontrados en las cercanías de la Academia de Policía de El Lencero, a miembros de la Fuerza Civil para que éstos los desaparecieran.
El juicio será largo y puede que a esas acusaciones se agreguen otras. Pero si es encontrado culpable podría alcanzar una pena de entre 60 y 70 años de prisión por tratarse de un crimen de lesa humanidad.
Obscuro futuro para este ex funcionario al que no molestaba que le dijeran metrosexual. Siempre atildado, impecablemente pulcro, oloroso a loción cara y bien peinado. Altivo y petulante que acostumbraba a ver a los demás mortales por encima del hombro.
Pero además, un individuo que en la cumbre de su poder jamás hubiera permitido que le dijeran “Jaiba loca”.
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