Elección histórica. Participación ciudadana histórica. Resultados históricos. En primer lugar, porque las cifras sobre votación, cifras preliminares, conteo rápido y muestras estimativas para contar con resultados confiables desde la misma noche del 1° de julio, sobrepasaron las expectativas y acallaron dudas sobre el comportamiento del árbitro de las elecciones (INE), en una jornada electoral caracterizada por una abrumadora civilidad y calma de los votantes y los partidos, con exabruptos y contingencias aisladas de menor impacto; histórica, en segundo lugar, por el nivel de participación ciudadana, tanto por género como por edad, con números absolutos y relativos sin precedentes, pero indicativos de una tendencia predominantemente a la alza -con excepción de la de 2006, que tuvo poco más del 50% de votantes- dado que en 2000, 2012 y este 2018, la concurrencia de electores sobrepasó el 60% de participación activa; histórica, también, porque se determinaron más de tres mil cargos de elección popular, en los primeros comicios concurrentes en una misma fecha de jornada electoral, de todos los órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal; e histórica, por supuesto, por el resultado presidencial y el congresional, dadas las limitantes constitucionales de sobrerrepresentación (disminuida ésta del 16% al 8% como máximo) que puede tener cualquier partido, individualmente considerado, y que ha traído consigo la actualización plena de una nueva estrategia electoral para formar gobiernos mayoritarios en sentido amplio: la coalición.
Los alcances son contundentes en ese sentido: el candidato de la coalición ganadora, declaradamente de izquierda (otro dato histórico), contará con una mayoría absoluta en las dos cámaras del Congreso de la Unión y, atendiendo a la composición porcentual de los futuros grupos parlamentarios que representarán a cada uno de los partidos políticos que se coaligaron, podrán dar viabilidad legislativa al plan de gobierno, cuyas líneas generales de acción programática y anuncio de integrantes de gabinete la ha empezado a publicitar desde ya el propio candidato triunfador, en una actitud informativa, de su parte, también sin precedentes históricos, quien este mismo miércoles 3 de julio ha sido declarado presidente electo. El hecho político relevante, además de la observación en el día a día del nuevo gobierno, será, entre otros, el del comportamiento de la coalición legislativa, que se vislumbra, a su vez, como coalición ejecutiva o de gobierno en sentido estricto, más allá de la común concepción de cuotas o concesiones partidarias tradicionales, sino de amalgama de perfiles, ideas y políticas públicas, lo cual se muestra prometedor política y socialmente. Y sobre todo histórica para el que escribe, por la afirmación del futuro presidente de México, que atribuye a la corrupción y a la impunidad los males estructurales que han envilecido a la sociedad política y civil de nuestro país, razón que convierte no sólo a este tema, sino al diseño e instauración de una política pública anticorrupción de tipo transversal, desde el orden federal y su impacto estatal y municipal, en el principal ejercicio aplicado de gobierno o, como antes he señalado en diversas colaboraciones, en el paso de la materialidad y formalidad imbuida en la legislación anticorrupción, hacia la operatividad y ejercicio de las medidas de combate frontal a la corrupción. Ojalá. |