Bueno, esa es la pretensión de canto que cualquier priísta o ciudadano con tres dedos de frente quisiera, pero pareciera que a sus dirigentes, eso es algo que todavía no entienden.
Lo digo en función de una carta de una joven priísta que conocí hace tres años: Diana Díaz. Si no mal recuerdo, ella empezó a hacer sus pininos partidistas en Banderilla.
Pues ayer vi que esta joven muestra coraje y carácter para externar su malestar por considerar que en su partido, no obstante la lección que la sociedad le dio en las más recientes elecciones, mantiene vicios que tanto daño hicieron en primera instancia a la institución y en consecuencia, algunas veces, a la sociedad: el dedazo.
En la parte medular de su expresión, dice: “Lamento que dentro de las organizaciones juveniles prevalezca el dedazo, el acuerdo en lo oscurito, y la necedad de no permitir que los cuadros abonemos al resurgimiento de nuestro partido.
“Lamento que a los jóvenes de militancia probada nos cierren las puertas en lugar de abrirlas. ¿A qué es a lo que le temen? ¿A que reconstruyamos nuestro partido o a perder el monopolio que tienen y que les beneficia para seguir brincando de posición en posición?”
La razón de su misiva tiene varios antecedentes. El primero… desde hace ya un año, Diana Díaz, lideresa de la Juventud Popular de la CNOP en Veracruz, pretendía participar en la elección por la dirigencia nacional de la JP y se lanzó a la aventura de recorrer como pudo, diversos estados en busca del apoyo de sus compañeros… eran dos los contendientes: ella, y otro joven de Chihuahua; pero al final, la CNOP no abrió la convocatoria. Estaba en esos momentos el proceso para la selección de candidato por la presidencia y tuvieron que aguantar los tiempos aun cuando ya había cierta efervescencia a favor de la veracruzana. Luego, vino el proceso electoral y allí participó Diana Díaz como suplente de Erika Ayala Ríos, hoy diputada local plurinominal electa… pero no todo fue color de rosa.
La suplencia de Diana la pretendía otra mujer: una hija de Alejandro Montano Guzmán. Antes de que se inscribiera como tal, Diana Díaz fue objeto de todo tipo de insinuaciones para que dejara la suplencia en manos de Montano Bermúdez… aguantó tanto la tentación como la presión bajo una tesis simple: está en el partido por convicción política, no económica, algo muy difícil de entender en muchos viejos (y hasta nuevos) políticos.
Pasadas las elecciones y ya teniendo a la vuelta de la esquina el proceso para la designación de la dirigencia nacional de la Juventud Popular, vuelve a reunirse con los jóvenes del sector de todo el país para relanzar sus aspiraciones y logra reunir 18 firmas que le daban un alto margen de posibilidades de triunfo… entonces, poco a poco, empieza a recibir llamadas: desde la dirigencia de la CNOP les estaban notificando que “la buena” era Lidia Ocaña Madrid, de Puebla y que había que votar por ella. Curioso, pero un dedazo para una habitante de la Ciudad de los Ángeles, desangeló a los jóvenes que pensaban que las viejas prácticas de su partido habían quedado en el olvido.
La decisión de Diana Díaz se bifurca: Abandona la carrera por la dirigencia, pero el sábado acudirá a votar, eso sí, sin quedarse callada… el remate de su carta a la dirigencia nacional del PRI, no tiene desperdicio: “no busquen hacia afuera el cambio y la reconstrucción que tanto requerimos. miren hacia adentro, hacia quienes conformamos este partido: la militancia”.
Aunque todo indica que ha de pasar tiempo para que el PRI en verdad valore a quien da vida al partido… a sus militantes, y sobre todo, a los militantes jóvenes.
smcainito@gmail.com |