El 16 de julio y ya en la desesperación total, organizaron un plantón frente a Palacio de Gobierno y pidieron hablar con el gobernador, pero éste los mandó desalojar con la policía.
“No, no hubo empellones o golpes. Lo que nos sacó de onda fue el tonito en la voz de uno de los guaruras de Palacio. Ese tonito que utilizan los mafiosos de las películas antes de soltar los primeros chingadazos. Así que mejor nos salimos por las buenas” me comentó uno de los manifestantes.
Rota toda esperanza de que les paguen y en pleito abierto con Yunes Linares, los empresarios instalaron el 21 de este mes un cronómetro en la Plaza Lerdo que comenzó a contar los días, horas, minutos y segundos que le quedan al gobernador en el cargo.
Conociendo como conocen a Yunes Linares y a fin de evitar que el aparato fuera vandalizado, lo quitaron de la Plaza para instalarlo en lo alto del edificio Tanos cuya fachada da a la referida Plaza Lerdo. Pero el aparato se perdió; ya mero no se ve en medio de dos anuncios más grandes.
Para colmo, a partir de las dos de la tarde le pega el sol directo y nadie levanta la vista para mirarlo, entre otras cosas porque los números no se distinguen.
La idea que en un principio fue buena y además aplaudida por la mayoría de los veracruzanos que ya quieren que el señor Yunes Linares se vaya a su casa, está por pudrirse porque el cronómetro no cumple con la función para la que fue instalado que es la de llamar la atención.
El alquiler del aparato no cuesta cualquier baba; son 900 pesos por día. Por lo que para cuando cumpla los cien días de contrato, el empresario Alejandro Cossio (que fue quien se mochó con el dinero) se habrá gastado 90 mil pesos.
Pero insisto, si nadie lo ve el gasto habrá sido infructuoso.
Algo debe ocurrírseles para que el aparato se vea, luzca y se comente.
Que se sepa, es primera vez en la historia que un grupo de ciudadanos actúa de esta manera contra un gobernador. Ni con Javier Duarte se atrevieron a tanto.
El cronómetro no hará que el gobierno de Yunes pague a los empresarios, pero sentará un precedente contra aquellos gobernantes gandallas que quieran pasarse de lanzas.
Como gobernador Yunes está dejando mucho que desear y una deuda de mucho por pagar. Según el investigador de la UV, Rafael Arias Hernández, el adeudo supera ya los 100 mil millones de pesos.
La prioridad de Yunes nunca fue la inseguridad ni la violencia que ahogan a los veracruzanos, y mucho menos pagar a los empresarios, sino alargar su poder por seis años. Para eso chantajeó, amenazó y compró voluntades con recursos del erario.
Pero en el pecado llevó la penitencia.
Una vez pasado el remolino de las elecciones, su sueño quedó hecho pedazos, su credibilidad por los suelos, Veracruz sigue igual o peor que hace dos años y sin ganas de que Yunes Linares lo siga gobernando.
Lo bueno de todo esto es que ya se va. Con cronómetro o sin él le faltan 92 días para decir adiós y eso no tiene vuelta de hoja.
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