El gobernador buscaba dar un golpe mediático de dos bandas. Por un lado, mandar el mensaje de que la lucha contra la violencia iba en serio y por otro, abonarle sus primeros votos a su hijo el candidato.
Las cámaras eran la última maravilla de la tecnología, capaces de detectar movimientos inusuales, realizar tareas de reconocimiento facial, así como de placas vehiculares y vincular la información con los archivos de Plataforma México de manera automática.
Una chulada.
¿Y el dinero para todo eso? Ah, el dinero. Como ustedes saben recibimos un estado quebrado y este dinero salió del ahorro que se hizo en la Secretaría de Seguridad Pública. Así es damas y caballeros, serán más de 700 millones de pesos; la inversión más alta en la historia de Veracruz para mejorar la seguridad pública (y en este punto se dejó escuchar el aplauso generoso del respetable).
“Me llena de orgullo poder anunciar hoy este programa. Nos llevará seis meses implementarlo, pero a finales del mes de mayo Veracruz contará con uno de los sistemas de videovigilancia más robustos, eficientes y modernos de nuestro país. Y seguramente, la situación de inseguridad cambiará de manera radical” finalizó el gobernador.
Durante su discurso tuvo dos yerros: la suma que hizo de las cámaras en las seis regiones se pasó con 800. Y de octubre del 2017 a mayo del 2018 hay más de seis meses. Pero bueno, errar es de humanos. Aunque no faltó quien levantara la ceja al recordar que había prometido que en seis meses acabaría con la inseguridad y no había cumplido.
Como no cumplió con la instalación del sistema de vigilancia en mayo.
En efecto, el martes 24 dio el banderazo de arranque a la construcción del C-5 que recibiría información de las 6 mil 476 cámaras y comenzó la instalación de éstas en Coatzacoalcos.
Pero llegó mayo y nada con el supersistema de videovigilancia. Lo que sí hubo en ese mes fue un pleito con el alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez, que se molestó porque nadie le pidió permiso para instalar los postes para las cámaras y mandó poner sellos de clausura.
Luego vinieron las elecciones con el resultado que todos conocemos y el asunto de las cámaras se fue diluyendo junto con las ilusiones de Yunes Linares de crear su minimaximato.
¿Se acabó el encanto de la videovigilancia?
Así parece.
Faltan por instalarse centenares de cámaras en las seis regiones y no se sabe si ya operan las que están colocadas. Además, nadie sabe bien a bien si en realidad el costo de la infraestructura es de 700 millones de pesos. Esa cantidad no aparece en los informes trimestrales del Gasto Público del 2017 como tampoco en el Presupuesto de Egresos del 2018.
Es decir, no hay un solo papel que avale o justifique ese dinero.
A 66 días de que termine este desventurado bienio, el sistema de videovigilancia “más robusto, eficiente y moderno” está en el limbo mientras la inseguridad y la violencia siguen carcomiendo a los veracruzanos.
Al parecer todo fue otra farsa, una mala broma y un tramposo embuste de quien ha hecho de la mentira su forma de pensar, actuar y de vivir.
bernardogup@hotmail.com
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