Gobernar es rectificar: Confucio
El presidente camina muy rápido. Asume con pasión su creencia de transformar al país y nada puede detener la obligación histórica que tiene por delante. Cambiar las condiciones de un México desgarrado, donde conviven circunstancias de una bipolaridad económica y social que ofende por la magnitud de las diferencias, de las formas de vida de millones que nada poseen y muy pocos que tienen mucho más de lo que necesitan para vivir lujosamente.
Nadie en sano juicio puede estar en contra de luchar y trabajar para cambiar, para mejorar la situación en que vivimos actualmente, un país, un estado con miles de muertos y desaparecidos que no reciben justicia, donde el empobrecimiento de millones no se detiene, abrasado por una violencia que aterra y día a día domina nuestra cotidianeidad, o donde la corrupción omnipresente, contiene y mina aspiraciones alternativas.
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El asunto que se observa es que en la cuarta transformación prometida, parece que no todos los responsables la empujan con igual ritmo y fuerza; los comportamientos y compromisos asumidos parecieran ser observados desde lentes distintos. A la cabeza un presidente que acentúa el paso, que no tiene descanso; los que lo acompañan, en muchos casos, por naturaleza o conveniencia parecen sin compromiso, distraídos, lentos, o incompetentes.
Un presidente a mil por hora y un equipo que no termina de arrancar, que no puede o no quiere alcanzar el vértigo de esa velocidad. En Veracruz, la nueva maquinaria alineada a las directrices nacionales se manifiesta lenta, con operadores que denotan fragilidad o inexperiencia en sus quehaceres, que no acometen con la seriedad que reclama la búsqueda de soluciones, que contrarios a los mensajes presidenciales de sumar, de humildad, apertura y tolerancia, se conducen reacios, prejuiciosos, altaneros, con poca o nula capacidad para reconocer a los otros en posibilidades de respaldo.
La ceguera no solo es un mal físico, en la vida pública y política la falta de visión es una limitante que detiene procesos, que cancela oportunidades de cambio. Las verdades absolutas, los intereses facciosos, la obcecación de trabajar desde pedestales, conculcan la posibilidad de reconocer errores, de mirar y modificar actitudes y salvar proyectos.
El presidente camina rápido, tiene claro hacia dónde va. Conocer lo que nos hace falta como sociedad y gobierno, trabajar con altura de miras y contar con representantes y servidores públicos capaces de pensar y construir alternativas, permitirá avanzar en buen camino, generar los ajustes necesarios, presentar las soluciones que la sociedad espera. Será necesario romper con visiones bicolores, con reduccionismos y obsesiones que limitan los diagnósticos que cimenten una buena toma de decisiones.
El presidente camina rápido y en Veracruz deberán entenderlo y apurarse. Aprender pronto que frente a la voluntad manifiesta por años, el que no funcione y comprenda deberá hacerse a un lado. La visita que realizó hace unos días debe haberle generado preocupaciones que tal vez le harán tomar decisiones respecto de un estado estratégico para el futuro del país, esperemos sean para bien.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Lo del juicio político contra el fiscal del estado parece ya un un show mediático.
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