López Obrador no se cansó de repetir, en los tres puntos donde estuvo (Poza Rica, Tuxpan y Tantoyuca) que le habían dejado muy mal el estado al Gobernador García, pero que aún así, la seguridad mejoraría, particularmente porque la autoridad ya no estaba coludida con los delincuentes.
El Presidente tuvo que meter el acelerador en el afán de empujar al Gobernador de Veracruz. Los reportes que el tabasqueño tiene son claros, “a este paso y con el magro papel de Cuitláhuac García, en las elecciones intermedias Morena perderá terreno frente al panismo estatal”.
La gente de AMLO en Morena sabe que en materia electoral, Veracruz peligra bajo el mando de Cuitláhuac García. Tienen claro que los municipios más relevantes en el estado bajo su “dominio”, particularmente Xalapa y Coatzacoalcos, se hunden en la inseguridad, y que sus alcaldes, agobiados por la inoperancia de su Gobernador, no alzan la voz como quisieran, pues sería “como patear al propio Presidente”.
AMLO cumplió su objetivo en Veracruz: ayudar a Cuitláhuac García, levantarle la mano, sonreír con él, ponerlo a su derecha en la tarima. Ahora sabe que cometió un error al repetirlo como candidato, pero no es tiempo de lamentaciones, sino de poner el pegamento necesario, “aunque se gaste la botella entera”.
Sin embargo, me dicen que el Presidente se llevó una nueva preocupación de Veracruz. “Más allá de las fallas del Gobernador, AMLO se percató que algunos de sus Secretarios hacen que Cuitláhuac quede peor ante la opinión pública, como si buscaran tropezarlo o lucir más que él. Nos pidió revisar bien el tema y pasarle el reporte. Hay indeseables metidos”.
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