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Edgar Hernández.
 

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Winckler, camaleón con sombrero ajeno
2019-07-18

¡Presume el Fiscal logros que son producto de la casualidad! 


A sabiendas de que los morenos carecen de la capacidad jurídica y menos les es dable el talento político para tumbarlo, el Fiscal General de Veracruz, Jorge Winckler, terminó haciendo lo que su regalada gana le da.


A los diputados de Morena los considera una punta de impreparados, al Secretario de Gobierno, Eric Cisneros, ni siquiera responde a su retahíla de amenazas y al gobernador Cuitláhuac García, no le pide, le exige, que mejor se ponga a trabajar y deje a un lado los insultos, descalificaciones e imprudentes declaraciones sobre cómo debe o no proceder la Fiscalía.


Acaso por ello, empoderado como está, acomete atropellos, omisiones y logros que otras instituciones encargadas de la seguridad pública cumplen sin tanta alharaca.


La última, sin lugar a dudas, es a propósito de un asunto que sacudió en los últimos días a la opinión pública veracruzana y nacional tras el “secuestro virtual” y extorsión telefónica en contra de la familia del escolapio “AVN” de 12 años por cuya liberación se exigía una cuantiosa cantidad de dinero no entregado al localizarse finalmente al menor deambulando sano y salvo.


Para la Fiscalía General de Veracruz se ha convertido en repetido sonsonete presumir labores de “inteligencia”, de trabajo profesional de la Unidad Especializada en el Combate el Secuestro, de contar con expertos en el manejo de crisis y realizar indagaciones con la más alta tecnología y experiencia, cuando en los hechos solo son “chiripazos”, “casualidades”, “churros” e infidencias de la propia delincuencia común y el crimen organizado.


Para el caso del “secuestro virtual” arriba aludido, no hay prueba fehaciente que demuestre que la Fiscalía realizó, a través de la Unidad que tanto presume, diligencias de asesoramiento, manejo de crisis o negociación alguna y fue, en todo caso, la rutinaria vigilancia de la  policía de la SSP la que dio con el chamaco deambulando para que una vez remitido, se supiera que no hubo “inteligencia” de por medio, sino un “churrazo”.


Y eso, a todo eso, simplemente se llama tongo.


Es hacer caravana con sombrero ajeno. Es aplicar esa sentencia de dime de qué presumes y te diré de qué careces.


Basta checar los hechos.


La desaparición del menor la reportó su madre a las autoridades al tiempo que la subió en redes pasadas las tres de ayer ante lo cual se realizaron las diligencias de ley que forman parte de un protocolo de actuación.


Posteriormente, se supo que una persona desconocida exigió dinero a la madre de la víctima, a cambio de liberarlo, toda vez que presumía se encontraba bajo resguardo.


Al paso de las horas y ante la presión de la opinión pública, más que la presión del “presunto operativo coordinado entre las fuerzas del orden incluida la Fiscalía”, la que nadie pela, el adolescente A.V.N fue encontrado deambulando en el centro de Xalapa.


Tras ser llevado a buen resguardo el menor refirió que recibió instrucciones de una persona desconocida por la vía telefónica, quien le ordenó se alejara de su domicilio, tomara el dinero de su hogar y vendiera dos aparato telefónicos.


El secuestro virtual funcionó a medias ya que finalmente lo que hizo el joven nunca secuestrado fue alejarse de su casa y deambular hasta que un policía lo encontró.


Mera casualidad.


Pero como se trataba de echarle crema a los tacos, Jorge Winckler, tan carente de reflectores, tan necesitado que volteen a verlo, tan arrinconado por los rabiosos morenos, pues la única puerta de escape es mostrarse, en el día a día, como un chingón, como el que todo lo resuelve y todo lo sabe, cuando en los hechos es solo un apestado de los gobiernos federal y estatal.


Winckler no se ha ido no porque le falten ganas, sino porque su padre putativo, Miguel Angel Yunes se lo tiene prohibido. Los tiempos de vino y rosas, sin embargo, están por terminar.


*Premio Nacional de Periodismo

 
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