Si hace una profunda reforma judicial y administrativa es un equivocado; si construye más de una veintena de ciudades judiciales ya está en la robadera y si es respetuoso de la autonomía de los jueces bajo su adscripción, ya pactó negocios inconfesables.
Parafraseando a los clásicos, ningún chile les embona a quienes han hecho del ejercicio de poder y el propio periodismo una escalada de difamaciones contra quien está por cerrar el ciclo más importante de su vida profesional y política.
Este diciembre está por definirse si sigue al frente del TSJ, decisión que en estricto sentido no depende de él, pero ya mismo dos que tres corifeos aterrados, uno en los particular, buscan impedir a como dé lugar su permanencia.
Han acometido incluso el arrojo de llevar a México, al Presidente Andrés Manuel López Obrador, voluminosos expedientes incriminatorios contra el personaje de marras.
Sin embargo, para el titular del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, ello no representa mayor problema. Ni suda ni se abochorna.
No suda calenturas ajenas sobre todo luego de haber lidiado con Fidel Herrera, de oponerse a las injusticias de Javier Duarte, de guardar distancia con Miguel Angel Yunes y de mantener, en estricto sentido, una relación de respeto con Cuitláhuac García.
Por estos días rueda una versión, que presuntamente parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el sentido de que en el TSJ se violenta la norma al nombrar jueces –les llaman ponentes- para atender la desfasada carga de trabajo por el retraso en los nombramientos de nuevos magistrados.
Toda una pompa de versiones alteradas que aldeanos ociosos han llevado a las televisoras, noticieros de radio y redes sociales de la ciudad de México para desacreditar el trabajo del TSJ cuando en esencia todo parte de un amparo por parte de un juzgado de distrito, en el que se advierte la presunta improcedencia en la comisión de jueces como ponentes en el Tribunal.
Todo un escándalo… mediático y más que mediático el de un medio proclive a las filias y fobias.
No se acaba de entender que la verdad prima como es el caso del Poder Judicial, luego que su Magistrado Presidente, Alvarez Peña ha dejado en claro que la resolución de rechazo –la de los ponentes en auxilio del trabajo jurídico- no fue dictada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación –como se indicó en cierta prensa local-, sino por un juzgado de distrito.
Sostuvo que “en el caso particular que se menciona, los ponentes a que se refiere dicho amparo fueron un magistrado, un secretario de acuerdos y un secretario de estudio y cuenta, mas no jueces como se ha señalado en la información”.
Esa es la historia del cuento, un cuento chino que en eso quedó.
El tema de los jueces y de las personas comisionadas a ponencia se enmarca dentro de la norma; no se violenta la ley e incluso ha sostenido Alvarez Peña, “hay jurisprudencia de la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación al respecto; en todo momento hemos actuado con responsabilidad para atender la carga de trabajo que presenta en estos momentos el Tribunal Superior de Justicia”.
Hay pues, historias que se cuentan y que son ciertas en la misma proporción a los libelos que se publican y terminan por desfondarse.
Y no se trata de defender por defender o por un interés que vaya más allá de la búsqueda de la verdad, sino mostrar que en tiempos de confusión y mal gobierno cualquier publicación se toma como buena.
En el caso del Poder Judicial hasta donde se percibe, su afán no fue más allá de superar el rezago que arrastra ante la ausencia de un mayor número de magistrados.
Todo en un afán de coadyuvar a lo que se considera una justicia pronta y expedita.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |