Iniciará asimismo el arqueo del ejercicio presupuestal de Lorenzo Portilla, sus presuntos actos de corrupción, así como el ocultamiento, simulación y uso político de las cuentas públicas de los gobiernos de Duarte y Yunes.
Este fin de semana la diputada local Erika Ayala, de extracción priista, adelantó que “no se permitiría” la reelección del actual auditor, quien en las últimas semanas invirtió millones de pesos en campañas mediáticas pronunciándose por la “sana” reelección ya que es “un continuismo necesario”.
Mientras el Presidente del Congreso, el diputado José Manuel Pozos, ha insistido en lo inadmisible de la reelección al tiempo que demanda investigar a Portilla por la retención del 5% al millar de la obra pública a los municipios que dejó en ORFIS 210 millones de pesos en caja que no se sabe a dónde fueron a parar.
En paralelo el Presidente de la Junta de Coordinación Política del propio Congreso Angel Gómez Cazarín, se manifestó convencido que debe llegar a ORFIS “alguien que no tenga las manos manchadas y haga las cosas de manera correcta”.
Y para la bancada panista la traición de quien fue un lame suelas de Duarte y Miguel Angel Yunes Linares y posterior traidor, son suficientes argumentos para no entregarle apoyo alguno.
Para atajar a Lorenzo Portilla o para votar por otro se requieren 34 votos legislativos… y estos y más, están listos pero para elegir uno nuevo.
Así, para la historia, quedará la historia de Portilla quien en su afán de reelegirse por siete años más no solo desvío recursos millonarios, sino que cobró fama negra por sus traiciones a quienes solapó, Duarte y Yunes Linares.
Ello amén de los negocios.
Lorenzo Antonio Portilla Vázquez en siete años de gestión descubrió que su más importante fuente de ingresos radicaba en la extorsión a los alcaldes.
Por ello instituyó el diezmo a cambio de impunidad.
El mecanismo de la extorsión era simple. Hacía público ante los medios de comunicación que el organismo que encabezaba estaban a días de presentar denuncias por presuntos desvíos millonarios de recursos en contra determinado número de ayuntamientos, para poner a temblar a los ediles.
Y ya en corto, a través de un staff de su confianza se “orientaría” a los alcaldes para que contrataran despachos que ellos mismos les “recomendaban”, para luego mandar al “hombre de la maleta” de la institución a negociar el billetazo “por fuera” para la posterior aprobación de sus respectivas cuentas públicas.
Desde luego que el apriete no solo era para el alcalde, incluía además al síndico, al regidor de la comisión, al Tesorero, al director de obras y al Contralor.
La alcancía era tan grande que sirvió para apoyar la millonaria campaña electoral de Javier Duarte, así como la de Miguel Angel Yunes hijo, en donde a los ayuntamientos panistas prácticamente se les dio un cheque en blanco para usar recursos para pagar obras inconclusas o pendientes del pasado.
ORFIS se apoyaría en el Congreso local para que hicieran uso del dinero del Fondo de Infraestructura Social Municipal (FISM) para pagar adeudos del 2016 cuando corría 2017.
Así, se cumplía con el PAN, se quedaba bien con el gobierno de Yunes al quedar los municipios priistas amarrados al criterio de ORFIS a los que literalmente obligaban a apoyar la causa del hijo del gobernador.
Las cosas, sin embargo, de la noche a la mañana cambiaron y las lealtades las arrojó al bote de la basura.
Luego, tras el arribo de Cuitláhuac, de pronto encontró escandalosos desfalcos a Yunes Linares por 37 mil 200 millones de pesos “por irregularidades” en la Cuenta Pública 2017. Adelantando que tras la revisión de la cuenta pública 2018 los desfalcos podrían alcanzar los 67 mil millones de pesos.
Y cuando Yunes, le encontró raterías a Duarte por 65 mil millones de pesos.
El cuento, sin embargo, hoy día no le está saliendo tan bien ante los jerarcas de la Cuarta Transformación quienes más bien le están pidiendo cuentas pero de su gestión.
A este lorenzo el chirrión le salió por el palito…
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |