EN TODAS LAS REUNIONES que se llevan a cabo en diversos lugares de la ciudad, el Estado y el país, no deja de comentarse el hecho de que el Gobierno Federal, ha perdido nueve meses importantísimos para gobernar, luego de que el tiempo que ha pasado, se ha ido en concretar acciones de venganza presidencial por hechos políticos del pasado que no permitieron que llegara a este mismo puesto en el tiempo que quería. La venganza Presidencial, tiene de todo, desde cancelar obras y proyectos que se iniciaron en gobiernos pasados, hasta la persecución, aunque se diga que no, de los políticos que tienen alguna relación directa con los personajes que le pusieron obstáculos en su aspiración legítima de llegar a gobernar el país.
En estos nueve meses no ha logrado ni siquiera vender el avión presidencial, cuyo precio se ha devaluado y es posible, como lo ha reconocido el mismo Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, que por esta venta, el gobierno federal, no recuperaría ningún centavo, puesto que con los ciento cincuenta millones de dólares que se han fijado como meta, apenas sí se abonaría una buena cantidad al Banco Nacional de Obras y Servicios, pero no se llegaría a pagar definitivamente.
El tiempo ha pasado y la decisión de vender este avanzado avión, que según el propio Presidente de la República, no lo tuvo ni Obama, el Ex presidente de los Estados Unidos, parece que no ha sido la adecuada, pues se tienen que pagar. diariamente fuertes cantidades por su mantenimiento y la renta del espacio que ocupa en el aeropuerto de Victorville, California, allá, en los Estados Unidos.
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Pero, así, como este caso, existen otros más también sobresalientes y que le han costado al país, erogaciones económicas, todas éstas con cargo, desde luego, del erario nacional.
Tan solo hay que citar, casi necesariamente, la cancelación de lo que sería el nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, el que se ubicaría en la zona de Texcoco, que hasta ahora sigue siendo un asunto demasiado polémico, pues en su afán de darle publicidad a su programa de austeridad, decidió cancelar esta obra por considerarla muy cara, lo que ahora está saliendo peor, porque ha tenido que pagar las indeminizaciones a las empresas que ya habían firmado contratos para la construcción, desafiando, incluso, a los propios mexicanos en general, de construir en su lugar otro aeropuerto que se localizaría en Santa Lucía, que es una base militar, importante para el ejército nacional, así como para sus maniobras estratégicas.
Hasta la fecha no ha logrado iniciar esta obra, la cual, para congraciarse con el ejército por quitarles, propiamente este espacio, ordenó que fueran los ingenieros militares los que se encargaran de esta obra que debería ser de carácter civil.
Estos cambios, necedades presidenciales, ha costado al país mucho dinero, mucho más del que se necesitaba invertir en el aeropuerto cancelado, nada más por capricho presidencial, respaldado por los supuestos treinta millones de votos que lo llevaron a la Presidencia de la República, aunque ahora, en tan solo nueve meses, esta país lleve rumbo solamente hacia el caos económico, que haciendo una pequeña reflexión y análisis económico sencillo, ya en este momento afecta a millones de mexicanos, de los cuales muchos de ellos ya no tienen qué comer.
En su afán de imponer su austeridad republicana, el Presidente, ha ordenado reducir presupuestos, despedir a millones de trabajadores, reducir los salarios y castigar seriamente a las instituciones de salud y educativas, desapareciendo áreas estratégicas para el crecimiento de la vida nacional y gastando, cada día más, en otorgar dinero a quienes ni estudian ni trabajan, con el solo propósito de mantener a la gene que votó por él y que en las próximas elecciones, su partido, el de Morena, siga teniendo los votos suficientes para permanecer en el poder.
Pero, comentando las decisiones presidenciales que están dejando al país sin dinero suficiente para enfrentar sus verdaderos compromisos, impuso su propia voluntad para mandar a construir una nueva refinería en ligar de reparar las que ya se encuentran en uso, y tratando de imponer, de la misma manera, el costo que deberá tener la nueva refinería de Dos Bocas, que según el mandatario nacional, debe costar ocho mil millones de dólares, cuando los expertos les han dicho muchas veces que este proyecto tiene un costo mucho más elevado. Sin embargo, la necedad es primero y al parecer ya se han iniciado los trabajos con las primeras inversiones por parte de administración federal, lo que al final de cuentas, también será un caos económico más que se sumará a los despilfarros oficiales.
Pero, finalmente, el problema de todo esto, es que pronto llegará el primer año del ejercicio constitucional del poder, con una serie de aberraciones en el gobierno, con el principal indicativo de que todo, todo, pero todo, está saliendo mal.
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LA CURVA DEL APRENDIZAJE.
POCOS, QUIZA, LO CREAN, pero en este periodo de gobierno, no tan solo a nivel nacional, sino estatal y municipal, se ha dicho que todos los que son actores políticos, se encuentran en la fase de la curva del aprendizaje, utilizando, solamente, el único discurso que tienen en sus mentes que es el de decir que todo va bien, parafraseando al mismo mandatario nacional, al que consideran su único Jefe.
Solo les falta a los funcionarios gubernamentales y municipales, desde luego, gobernados por Morena, que esto no es cierto y que ellos tienen sus propios datos.
Pues bien, la curva del aprendizaje está llegando a su final y quienes se han apoyado en esta estrategia política y administrativa para gobernar al país, al Estado, y a algunos de los municipios, no han aprendido nada, porque sencillamente, ocurre que este aprendizaje no depende de una curva o de una recta, como se quiera mencionar, sino de muchos años de estar diariamente enfrenando los problemas. Sin embargo, hay algo que en todos los casos, debe prevalecer y que no depende, necesariamente, de una curva de aprendizaje, y que se llama “voluntad para hacer las cosas”.
Aunque no lo parezca, todo indica que mucho hay de esto, es decir, una buena voluntad para hacer las cosas, pues en muchas de las ocasiones, esta particularidad resuelve muchos de los problemas que también, a veces, la propia experiencia, no logra hacerlo.
Ya es tiempo de que los actuales gobernantes, se bajen del caballo de la prepotencia y la soberbia y pisen tierra firme.
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QUE NO SE LES OCURRA.
QUE BUENO que al PRI, cuando tuvo el poder, nunca se le ocurrió pintar de verde, blanco y rojo, al Palacio de Gobierno, en Veracruz, para lucir limpio durante las fiestas patrias.
Qué bueno, también, que al Partido de Acción Nacional, tampoco se le ocurrió pintar de azul las estructuras de todo este edificio que según muchos dicen, es la casa de los veracruzanos.
Pero, qué bueno, que ahora, tampoco a Morena, se le ocurrió pintar de Morado al histórico edificio donde residen los poderes del Estado.
Qué bueno por todo esto, porque de alguna manera, los gobernantes en turno, han sabido respetar, cuando menos, los colores de Palacio de gobierno, que siempre deben ser diversos y diferentes a los colores partidistas.
Ah, pero que no se les vaya a ocurrir, ahora que ya lo estamos comentando.
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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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