Y es que cuando Veracruz está en los primeros lugares en feminicidios, secuestros, homicidios dolosos, casos de dengue, personas con VIH, escasa inversión y creciente desempleo, no puede hablarse de un buen gobierno.
Tampoco cuando el gobernador se niega a aceptar los escandalosos casos de nepotismo y se ha hecho pato con eso de bajarse el sueldo como lo prometió en su campaña y lo reafirmó al llegar al poder.
No puede ser bueno un gobierno cuyo titular de Seguridad Pública anunció que el Grito de antenoche sería el más seguro en la historia de Veracruz y entre el sábado 14 y el domingo 15 hubo once asesinatos dolosos y un feminicidio.
Y ni qué decir de la gritería y corredera de quienes se agolpaban en la Plaza Lerdo cuando los fuegos artificiales se salieron de control y les cayeron encima provocando 18 lesionados. ¿Dónde estuvo la seguridad prometida?
No puede ser bueno un gobierno que pagó 6 millones 608 mil pesos a la banda musical Adictiva que en su casa la conocen. Y menos cuando el gobernador alegó que tuvo que hacerle así porque por estas fechas los grupos musicales se cotizan una barbaridad y a la gente hay que darle lo que pide.
¿Qué gente pidió que viniera Adictiva? ¿Los 5 millones de pobres que tiene Veracruz o los 600 mil miserables que carecen de techo y no tienen ni qué comer?
No puede ser bueno un gobierno que gastó en los festejos patrios 15 millones de pesos, cuando el que encabeza Andrés Manuel López Obrador gastó 9 millones en ese mismo fin.
No puede ser bueno un gobierno cuyo gobernador es el segundo peor calificado del país. Y un gobierno que no es bueno, es un mal gobierno. Así de simple.
Si tantas eran las ganas de Cuitláhuac por gritar ¡Muera el mal gobierno!, debió hacerlo desde la explanada de la Plaza Lerdo al cuate que estaba ondeando la bandera en el balcón central de Palacio de Gobierno y no al revés. Porque entonces sí le hubiera hecho segunda la raza jarocha y no sólo aquel que le reviró “¡A qué horas te vas a ir!”
Diez meses lleva Cuitláhuac cobrando como gobernador y aún no le cae el veinte de que él es el que representa al gobierno estatal, a ese gobierno que nueve de cada diez veracruzanos quieren que ya se vaya y no vuelva nunca.
Y como nadie les gana en optimismo a mis paisanos, tienen la esperanza de que como hasta el gobernador está pidiendo lo mismo que ellos, ahora sí les hagan caso.
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