En el imaginario colectivo nadie duda que el aun fiscal Winckler, no solo es un títere de Miguel Angel Yunes, en la misma proporción a Cuitláhuac García de Andrés Manuel López Obrador.
El tema, sin embargo, no es mostrar a la opinión pública quién es el peor, sino cómo y con qué herramientas se pretende manipular a la ciudadanía para dar el siguiente paso, la “Carpeta Azul”, que pretendidamente lleve a prisión de manera irremisible al ex gobernador Yunes.
Del abogado de los veracruzanos quedó claro el sucio juego del Congreso para retirarlo a la mala del cargo y ya con una fiscalía carnala, provisional, fincarle responsabilidades sin más argumentos que los dichos de un guardaespaldas del Duartismo, mismos que este día fueron rechazados por el propio guarura, vía fe pública.
Del lado del atarantado Cuitláhuac García, ni cómo ayudarlo, muere por su propia lengua.
“Cuando estaba el ex Fiscal sucedían peores”, argumenta entrecortado cuando se le cuestiona la criminalidad que vive Veracruz. “Winckler no era un procurador (sic) de justicia, era un delincuente, una mafia…”, remata cuando conoce las ordenes de aprehensión contra el perseguido y sus cercanos.
El prontuario de torpezas de quien dirige el destino de más de ocho millones de veracruzanos se acrecienta a cada lance, a cada evento al cual acude en donde invoca incluso, al esoterismo, a lo bucólico, al poema para exaltar las grandezas de una tierra que hoy vive la peor de sus tragedias gracias a sus malos gobernantes.
Y si la ciudadanía en Banderilla le reclama ayuda ante la falta de agua, su genial respuesta es “¿Quién se robó las baterías de las pipas que les surten el agua?”.
Y sí va al campo quesque para anunciar programas sociales, agrede e increpa a los ejidatarios que no votaron por Morena.
Y si los del norte le gritan que viven la peor sequía de los últimos 48 años y que diez mil cabezas de ganado han muerto de sed, el gobernador que tiene autorizado un presupuesto der 128 mil millones de pesos anuales, solo se atreve a dar valientes instrucciones para que se les den 200 pesos por vaca muerta “siempre y cuando no rebasen las 6… ¡y tienen que ir a Xalapa a recoger su dinero!”.
De ese tamaño es la tragedia veracruzana.
La criminalidad, ya sin un Winckler a quien echarle la culpa de todos los males que vive Veracruz, no baja. No dejamos el primer lugar en feminicidios, y del lugar 52 llegamos al 26 al colocar a Coatzacoalcos como una de las ciudades más peligrosas no de Veracruz, menos de la República Mexicana, sino del mundo.
Vaya honor.
Y todo eso sucedió en tan solo dos semanas de no avistar cómo marchaba Veracruz, de no saber de manera intencionada cómo estaba la tierra y observar, al regreso de este columnista a esta noble y sufrida tierra, cómo se acrecientan las agresiones a los periodistas.
El 90 por ciento de las publicaciones impresas ya cerraron por insolvencia; de los mil 200 portales hasta el final de Yunes, solo hay registro de supervivencia de 230; las radiodifusoras no se están vendiendo, se están rematando, al dejar de ser negocio y los convenios con gobierno, son de a dos pesos con obligaciones cien por ciento.
Ello sin contar que ahí va, pan pianito, creciendo el número de periodistas asesinados en los últimos 10 meses.
No hay tregua.
Tampoco salida a la grave crisis de gobernabilidad. La credibilidad está por los suelos, pero ¡ojo!, el presidente sigue aferrado “¡A necio nadie me gana!” en tener a su Juanito al frente de instituciones que gobiernan a un pueblo que es más que un país.
Ni hablar.
Pd.- El día 10 de septiembre salí del país hasta ayer en que me encuentro con un mensaje vía twit de parte Javier Duarte, tal vez enviado desde el Reclusorio Norte el 12 de septiembre. Acuso recibo y te recuerdo que lo del “Conejo” Alejandro Gutiérrez y lo Cuitláhuac fueron peticiones tuyas a través de tu enviado. Tengo pruebas.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |