A gritos destemplados el diputado Pozos, quien hoy se sabe mostraba visos de estado de ebriedad durante la sesión extraordinaria de la Permanente del Congreso, en menos de tres minutos le resolvió la plana a un desesperado Cuitláhuac García quien torpemente lucha por mantenerse al frente de la gubernatura cueste lo que cueste.
Pozos Castro, quien ni siquiera es de Morena, sino esquirol del Partido del Trabajo, quesque en votación mayoritaria de cinco diputados -se requieren 34 de 50 en el pleno para tomar una decisión de ese tamaño- transitó del ridículo a la ilegalidad al desconocer al Fiscal.
Con esa abusiva determinación dio asimismo el mejor de los pretextos para que minutos después un centenar policías, de la Fuerza Civil y la Guardia Nacional acordonaran la Fiscalía para después tomarla por asalto.
Ni en la Venezuela de Chávez y Maduro, ni en la Cuba de Fidel o la Nicaragua de Daniel Ortega se ha vivido tal desaseo, tal ilegalidad, tanto autoritarismo como el observado en Veracruz quien hoy enfrenta una de sus peores crisis políticas.
Y ni cómo ayudarlos.
Ante la tosquedad de una urdimbre de desaciertos y decisiones fuera de toda lógica, fuera de toda legalidad hoy se mueve en Veracruz la 4Transformación...
¡En reversa!
La estrechez de sentido común y ausencia de apego a la legalidad de parte de la pandilla de Cuitláhuac García y sus mozos de estoque –Pozos, Cazarín, Eric Cisneros y el de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado- de nueva cuenta dieron lugar al arrebato de los titulares de la prensa nacional y la reprobación generalizada de la opinión pública.
Jorge Winckler, la rémora de Miguel Angel Yunes, el responsable de abrir la puerta a la libertad a los Duartistas, quien ha sido señalado como aliado de los Carteles y denunciado ante los Colectivos por desaparición forzada, hoy es un héroe.
Ha sido tal el abuso en su contra que lo han martirizado y si hoy fueran las elecciones y se postulara como gobernador, no hay duda, arrasaría.
Ese es el mundo al revés de un atarantado Cuitláhuac García en donde lo común, digamos lo normal, es la ilegalidad, una “normalidad democrática” que se finca en la ingobernabilidad y el hacer del abuso de poder una virtud.
Ese es su mundo, un mundo incondicionalmente avalado por su reyecito Eric Cisneros, quien ya se cree Miguel Hidalgo y la cofradía de la mano caída que es la que verdaderamente gobierna en Veracruz.
Sin embargo, ¡Cuidado!
Lo de Winckler crispa. Enciende los focos rojos.
Ese transitar entre la ilegalidad y el escándalo tiene su frontera. La misma federación, la propia Presidencia de la República que encabeza Andrés Manuel López Obrador, solapa, pero no se dejará llevar por el vendaval de la pendejez.
Hasta el propio “Juanito” de Iztapalapa, consentido de manera irracional por el Peje, tuvo su límite y un buen día fue removido como delegado –hoy son alcaldes- ante tanta brutalidad y abuso de poder de quien antes solo había sido paletero del Cerro de la Estrella.
A Cuitláhuac –quien tiene el antecedente de payaso en los eventos previos a los mítines políticos- más temprano que tarde habrá de llegar el último espectáculo de sus actos circenses. Solo es cuestión de tiempo.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |