En el anuncio comercial, producido por Pedro Torres, toda la conversación entre Campos, que tiene mucho cabello, Luis García que es casi calvo y Zague es de doble sentido utilizando el nombre del shampoo que se llama Cre-c, se hace alusión al crecimiento del cabello, pero veladamente se deja pensar que hablan del miembro masculino. Zague muestra el producto y al final los tres gritan «impressionanti», fonética portuguesa de la palabra impressionante, lengua materna del exjugador, tal como se le escucha decir a Zague en el video sexual del año anterior.
Todos sabemos que la cultura capitalista del consumo puede echar mano de lo que sea para vender, pero es verdaderamente siniestro que se utilice jocosamente una infidelidad que se hizo pública, terminó con un matrimonio y colocó a Paola Rojas y sus hijos en una situación sumamente incómoda. Se trata de la reivindicación de la infidelidad como un derecho masculino de facto al que los hombres recurren tan a menudo sin que aparentemente deba haber consecuencias para ellos.
Esas infidelidades que muchas veces son el motivo de la ruptura de parejas son también, las más de las veces, una práctica común entre los hombres, “porque ellos son así”, “porque tienen otras necesidades” como si no fueran seres humanos que sienten emociones y deseos iguales a los de la mujer y no tienen por qué explicación a sus esposas.
Sin entrar en el terreno del debate sobre si la infidelidad en general es algo ético, lo cierto es que es humano. No obstante, hemos aceptado reglas sociales para limitarla por el hecho simple de que en una relación de pareja se acepta un compromiso con una persona con la que se comparte una casa, a menudo una oficialización del compromiso con un acta matrimonial, hijos y también se comparte un cuerpo. Si la emoción llamada amor se termina, lo deseable sería un acto racional para plantearlo y dar fin a ese compromiso.
Quien haya leído “La mujer rota” de Simone de Beauvoir puede acercarse, pero sólo acercarse, al dolor que siente una mujer cuando descubre que el objeto del amor de su pareja ya no es ella. Especialmente cuando las mujeres no han incurrido en la misma práctica, cuando creen tener un matrimonio sólido, estable y amoroso e inesperadamente todas aquellas demostraciones de afecto que eran para ellas son para otra persona y más, porque una nueva pareja parece insuflar nuevos bríos y sentimientos, aunque en casa tengan a una mujer que mantiene su confianza en ese hombre.
Una infidelidad cimbra todas las fibras de una persona y las consecuencias negativas son de diferente tenor. Atravesar ese proceso doloroso en forma privada puede ser desgarrador y muy complejo, pero tener que enfrentar además el escrutinio público de un hecho tan íntimo es verdaderamente lastimoso.
Retomar el comportamiento de Zague para vender un shampoo eso sí es lo verdaderamente reprochable y poco ético; el tono burlón y jocoso es totalmente censurable: la reivindicación de la superioridad masculina por poseer genitales de gran tamaño. ¿Alguien de la productora pensó en Paola Rojas y en todas las mujeres que han padecido infidelidades que les han causado daño de diversa naturaleza?, ¿O simplemente eso no importa, con tal de vender un producto? El enorme machismo que hay detrás de este anuncio es totalmente reprensible y de mal gusto.
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