Ya en otras ocasiones la opinión pública había percibido el señalado afán de la 4Transformación, por imponer a gente improvisada en los más altos cargos de representación popular y administrativos.
Cirqueros y payasos, lavacoches, taiboleros, burócratas de bajo rango y sin experiencia, políticos quemados y corruptos, así como gente de otras entidades de la república de la noche a la mañana plagaron el escenario de poder de Veracruz, enviando a la cola a gente de experiencia, seriedad y honestidad, a profesionales y expertos en gobernabilidad.
Fieles lo morenos a las peores tradiciones de la política de no compartir el poder más que con amigos y aliados, acuden a lo que tienen: “ninis”, “chairos”, “amlovers”, viejos fósiles de la UV, porros y gente descalificada que de la noche a la mañana se sacó la lotería al ser llevados al poder por el efecto Peje.
Simplemente les importó un rábano la experiencia, décadas de estudio y dedicación de veracruzanos distinguidos en favor de la institución y de preservar una imagen de honestidad fuera del partidismo filias y fobias.
Para Morena, eso no cuenta ante los afanes del poder de quienes creen que llegaron para quedarse.
Señalado caso de atropello es el de la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros, quien en días pasados hizo pública su legítima aspiración de encabezar la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia y el Consejo de la Judicatura, luego de 45 años de experiencia, licenciaturas, maestrías y doctorados varios en universidades estatales, nacionales, internacionales, públicas y privadas.
La magistrada está siendo bateada por el gobierno del Estado, a pesar de que goza del más amplio respeto en el ámbito judicial y de la opinión pública.
La destacada magistrada ha sido distinguida por la federación con el Premio Nacional al Mérito Judicial 2011, “en reconocimiento y apego a los principios y valores éticos que ha demostrado en ejercicio de la función jurisdiccional a lo largo de su trayectoria profesional”.
Pero eso no importa.
Se pretende desplazarla violentando la autonomía del Poder Judicial para imponer Sofía Martínez Huerta, con magra cero experiencia judicial y estrechos conocimientos en la materia.
Tan estrechos que hasta hace siete semanas no era más que una oscura colaboradora del Poder Judicial sin mayor pena ni gloria hasta que la mano del señor la impuso como magistrada.
Sofía ya se puso de acuerdo con el gobernador Cuitláhuac García, quien está de acuerdo en imponerla como titular del Poder Judicial, a pesar de que ha sido señalada por guardar una estrecha relación con el leguleyo Dionisio Gutiérrez, un abogado de Poza Rica, quien la introduce y promueve con la familia real, así como dentro de la estructura de Morena.
Dionisio es su padrino político quien eventualmente influiría de manera determinante en los trabajos del Poder Judicial.
Y para consolidar el entramado se ha comisionado al malo de la película, al Secretario de Gobierno, Eric Cisneros, quien está citando, uno a uno, a los titulares de las ocho salas que conforman el Tribunal Superior de Justicia, para darles línea en favor de Sofía Martínez Huerta, amiga de la familia de Atanasio.
En el Poder Judicial hay molestia.
Censuran la injerencia gubernamental. Descalifican la violación a la autonomía y respeto a los poderes y se han manifestado en total desacuerdo a la imposición de alguien que no representa al Tribunal Superior de Justicia ni al Consejo de la Judicatura.
En la contraparte hay manifiesto respeto por la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros, quien goza de prestigio entre sus pares. Es institucional y acredita un trabajo de más de cuatro décadas en 16 sedes judiciales donde se ha desempeñado.
La hoy magistrada empezó a laborar en 1974 como “Oficial A, escribiente”, a los 18 años.
La propia Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, le manifestado también simpatía por su válida aspiración al estar altamente calificada por su trabajo honesto e imparcial.
La veracruzana es Master en Derecho Penal y criminología y en 2011 fue diplomada por la Universidad de Girona, España. Fue además reconocida por la “University California Western School o Law, EUA” en 2015 y tiene 9 diplomados en su haber procedentes de diversas universidades, así como una veintena de acreditaciones en cursos y seminarios en Veracruz, México y el extranjero.
Y es una convencida que “La función jurisdiccional debe ser ética y digna e invariablemente desvinculada de simpatías y antipatías, por tanto, en el Poder Judicial no debe caber la improvisación, el arribismo, ni la mediocridad”.
Eso es lo que dice la magistrada. Sin embargo, lo que dicen los morenos es lo contrario.
Veremos si la legalidad se impone.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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