Aré, el más acreditado analista político de Santa Cruz, Bolivia, dibuja el perfil del dictador.
Evo Morales Ayma ya no es el dirigente sindical que escuchaba los partidos del mundial de fútbol por un radio transistor con sus compañeros de lucha en Chaparé, una de las principales regiones productoras de coca.
“Ahora viaja en su avión Falcon 900 EX EASY, fabricado inicialmente para el club Manchester United, a ver los partidos inaugurales de los grandes torneos de fútbol”.
“Y aunque la selección boliviana no va desde 1994 a un Mundial, Evo Morales ha presenciado en las tribunas las inauguraciones de las competencias de Sudáfrica, Brasil y Rusia”.
La Prensa y Página Siete publican, antes del derrocamiento de Evo, que "Tiene además un avión Falcon de 38 millones de dólares; se desplaza en helicóptero y en su Palacio consumen 2.000 bolivianos (casi 300 dólares) de carne por día. Evo, admira a Suleimán y ahora juega golf todos los lunes".
El poder lo transformó.
Hace todo lo contrario de lo que predicó para llegar al poder. Se volvió adicto a los lujos desmedidos. El Evo del discurso progresista cambió. Ahora tenemos a un desarrollista que no tiene modelo político real".
Ese es el Evo que ahora deifican los morenos adictos a AMLo. El mismo que mediante licitación de un vehículo Lexus blindado y cuatro vagonetas, les destinó un millón de dólares.
Sin embargo, frente a las críticas a los gastos de estas operaciones, el presidente hoy depuesto asegura que no es un lujo usar transporte aéreo.
"El helicóptero y el avión presidencial son un instrumento de trabajo. Es como para ustedes la yunta, el pico, la pala y el arado, es para trabajar", expresó en un acto en Cochabamba.
El presidente, que suele viajar cada día a entregar obras hasta en cinco departamentos de los nueve de Bolivia, se justifica asumiendo que a veces el tiempo no le alcanza ni para comer y ha convertido, por ese motivo, las aeronaves en dormitorio, oficina o comedor.
Su vivienda, otro lujo desmedido.
Evo hasta hace unos días vivió en un moderno edificio-museo edificado en casi 11.000 metros cuadrados, con tres bloques, uno de los que exhibe más de 13.000 regalos que le han entregado durante su gobierno. La infraestructura fue levantada con un financiamiento de 50 millones de bolivianos (unos 7 millones de dólares) y cada año destinan a su mantenimiento 1 millón de bolivianos (alrededor de 150.000 dólares).
"No es el Palacio de Evo, sino del pueblo", dicen sus defensores
Esa es la verdadera historia del otro “héroe” que nos quiere pintar el gobierno de Andrés Manuel López, el demócrata salvador de Bolivia, atropellado en sus derechos más elementales por sus otrora leales milicos.
Deleznable para la ciudadanía el descarado apoyo del gobierno de México a un sátrapa dictador a quien le puso a disposición un jet –de los que está vendiendo desde el inicio del sexenio- para traerlo a México en calidad de asilado político.
En las últimas horas se ha dicho que Estados Unidos reprueba la acción de México por apoyar a un dictador. Lo verdaderamente grave, sin embargo, no es eso, sino el malestar generalizado de la ciudadanía manifiesta en la opinión pública.
Eso de comparar el régimen parlamentario de Alemania con la dictadura bananera de Bolivia de parte de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, para justificar el descarado apoyo a Evo, es una aberración que en nada ayuda.
México, está transitando por un camino sin retorno.
El sinfín de torpezas del gobierno de la república con una economía paralizada y la seguridad en un vilo convencida de que regalando dinero a los chairos ya la hizo, se equivoca.
Esas sospechosas alianzas con los criminales, el repudio a la prensa, la división y confronta inútil con actores del pasado, la necedad en sus tres proyectos –Santa Lucía, Dos Bocas y el Tren Ligero- y destruir a quien osa disentir sobre temas como éste, el de Evo Morales, no son más que manifestaciones de autoritarismo, es el maquillaje de la dictadura.
La decisión de AMLO es una muestra de cómo está llevando a México a la llamada dictadura del “proletariado”, que no es más que un disfraz de una izquierda decadente que en los hechos esconde la eternización en el poder.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |