A don José Yunes, padre del candidato a la gubernatura arrasado por Morena con la ayuda del PRI, no dejó de extrañarle aquel domingo primero de julio del 2018 cuando el llamado “Cabeza de Lata” llegó a “La Calera”, casa familiar de los Yunes en Perote, acompañado de su chofer, fue hasta la cocina, pidió de desayunar y muy orondamente se puso a ver la televisión.
Muy temprano se abrieron las urnas y los primeros minutos convertidos en horas no representarían nada para Ranulfo Márquez, quien no se retiraba del televisor.
“¿Qué no sería conveniente estuviera usted al frente de la operación electoral en tan crucial día?”, le preguntó don José.
“Todo está bajo control; usted no deje de despreocuparse”, le respondió sardónico.
A las 11:45 de la mañana al primer corte de Mitoksy a nivel nacional de la enorme ventaja del Peje y para Veracruz del repunte yunista, pero no de Pepe, sino del hijo del gobernador Miguel Ángel Yunes, y muy cerca, a seis puntos de distancia avanzaba Cuitláhuac García... Pepe Yunes, doce puntos abajo en lejano tercer lugar.
La encuestadora interna de Pepe le adelantaba al mismo tiempo que la votación no levantaba ni en sus enclaves comprometidos y que la derrota era inevitable.
Más tarde se sabría que prácticamente el 50% de la militancia priista sería llevada a votar pero por Morena, por instrucciones de Fidel, Erick, Deantes, el equipo duartista y los 48 presidentes municipales priistas que se sumaron a la causa Morena.
La dirigencia priista que encabezaba Américo sólo guardó silencio. El diferendo Américo/Silvio daño el fondo de la estructura.
Pepe también fue engañado y estafado por los operadores electorales que dispusieron de 800 millones de pesos para el amarre electoral, al igual que por los candidatos y candidatas a diputados locales y federales priistas a quienes se entregaron cinco millones de pesos por cabeza mismos que se embolsaron para de inmediato huir de Veracruz, incluso fuera del país, de ello hay constancia.
Previamente los sectores del partido –obreros, campesinos, el sector popular y los aliados fuertes como Héctor Yunes- exigieron a Pepe Yunes sus respectivas diputaciones locales que les fueron entregadas para que el mismo día de la elección se guardaran en casa a esperar el “inevitable” triunfo de Cuitláhuac resultante del efecto Peje.
Las enormes sumas entregadas por Erick Lagos a Morena; el deslinde de Ricardo García Guzmán para arrodillarse ante Yunes Linares, el trabajo en contra de su partido de Alicia González Cerecedo, la simulación de Jorge Moreno, más preocupado por salir a pasear a su mascota que entrarle a la operación electoral ya que bien sabía que tenía en la bolsa una diputación sin mover un dedo.
Todos bajo el mando supremo de Fidel Herrera, quien postrado, pero no limitado en su tremenda mañana e inteligencia política, operaba en favor de Morena y el Partido Verde, filial de Morena.
Héctor Yunes desde su posición de Coordinador de la Campaña del candidato del PRI, Jorge Meade en Veracruz, también se hizo a un lado.
De hecho no era su responsabilidad, pero rápido que olvidó que dos años antes Pepe había declinado la candidatura a la gubernatura para que la jugara Héctor y la perdiera antes su primo hermano.
Dicen que así es la política.
Sin embargo, los traidores, desertores y omisos ya mismo siguen pegados a los despojos del PRI. Exigen posiciones ahora que ven que el partido que creían muerto, aún mueve la patita.
Y tan solo para el recuerdo queda por estos días una lista, no de cuatro o cinco que quiere expulsar el PRI, ahora bajo el mando de Marlon Ramírez, sino un culebrón de nombres que por congraciarse con Morena para evitar daños colaterales, dejaron en la lona a un partido que gobernó casi un siglo.
Y a todo esto, ¿Qué fue de Ranulfo?
Pues luego de cumplir su vergonzoso papel de Judas, salió por la puerta de atrás de la casa familiar donde estuvo las horas y no se volvió a saber nada de él hasta meses después que pidió una cita con Pepe Yunes a través de Beatriz Paredes, para explicarle lo que en realidad había sucedido, que no fue otra cosa que, como dirían los clásicos, un “compló” del cual formó parte.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |