Y aunque de manera tradicional a cada cambio del magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, se pide el punto de vista del ejecutivo, persiste el respeto a la autonomía e independencia del Poder Judicial.
Hoy, sin embargo, las reglas de juego cambiaron. La orden es vertical, categórica y determinante de parte de la Secretaría General de Gobierno.
Se acata aunque la falta de higiene política sea el denominador común tal como sucedió con la designación de una empleada de bajo rango de la Secretaría de Gobierno, Verónica Hernández como Fiscal provisional, luego del atropello jurídico cometido contra el culpable de todas las desgracias de Veracruz –según Cuitláhuac- Jorge Winckler, un abusivo del poder al que se le pagó con la misma moneda, pero…
Valió sombrilla el cuidado de la forma y el fondo en ese despojo atentatorio a la autonomía de la Fiscalía General de la República.
La misma dinámica del “pega y corre” se dio en días pasados con el diputado José Manuel Pozos, presidente del Congreso del Estado, echado a patadas de la Mesa Directiva por instrucciones del gobernador, quien más hizo caso a las intrigas de su cercano Eric Cisneros, que a la legalidad y respeto legislativo.
Pozos venía tejiendo su circunstancia producto de su experiencia, lo cual lo colocó en el afecto del presidente López Obrador… y eso ya no gustó.
En sorpresiva votación se le derrumbó su espacio poniendo a un bulto en su lugar, trabajo perfecto.
Y lo mismo habrá de suceder con el respaldo ciudadano en favor del doctor Francisco Berlín, indiscutible merecedor de la medalla “Adolfo Ruíz Cortines”, al desdeñar la voz ciudadana y desde la Secretaría de Gobierno, dar línea al Congreso para que se entregue el galardón a un jalapeño que nunca vivió en Xalapa, nunca nada hizo nada por Veracruz, pero que es amigo reconocido de AMLO por sus servicios prestados en la Marina.
Para el Poder Judicial, hoy queda claro que irá al cesto de la basura el proyecto de mejoramiento del Poder Judicial propuesto por Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros, quien ha insistido en el respeto a la autonomía el “otro poder”, de su independencia y de dejar en manos de gente de experiencia a quien toma decisiones de vida.
La magistrada ha insistido en que “el Poder Judicial únicamente debe estar sometido al imperio de la ley y a su interpretación jurídica de normas, principios, valores y derechos”.
Sus operadores, jueces y magistrados, deben actuar de manera ética y digna, desvinculados de simpatías y antipatías “y que los servidores judiciales sean distinguidos por su honorabilidad, capacidad profesional y académica y que actúen con honestidad y rectitud, con pleno conocimiento de la ciencia jurídica y una sólida carrera judicial”.
Y que los magistrados recién nombrados vayan adscribiéndose a las salas conforme su experiencia y trayectoria, no por la fecha de nombramiento, ya que hay quienes dicen que “llegan a aprender”.
Con estas definiciones del proyecto de fortalecimiento del Poder Judicial, queda claro porque la magistrada Yolanda Cecilia está imposibilitada. Está impedida por su talento, experiencia y honestidad.
Hoy, como desde el arranque de la actual administración, cobra vigencia el “Principio de Peter”, o principio de incompetencia de Cuitláhuac García, que es el síndrome que invade a quien aspire a entrarle.
Su gobierno se ha caracterizado por la mediocridad de sus equiperos, por su ausencia de probidad, eficiencia, experiencia y esa nimiedad que se llama presencia ya que para ser hay que parecer.
En este espacio nos quedamos con la admonición de la aspirante Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros, quien afirma:
“Yo admiro a quienes comienzan como generales, sin haber sido soldados rasos, con la necesidad de andar mochila al hombro dejando hijos, familia, matrimonio y la estabilidad de un hogar, pero desconocen la labor dentro de los juzgados, es como comenzar a leer un libro en los últimos capítulos, o bien ver una película en su parte final”.
Esa es la tragedia del Poder Judicial.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |