Ayer se despreció casi medio siglo de talento jurídico de la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda, al imponer a una amiga de la mamá del gobernador como representante del Poder Judicial.
A una abogada de medio pelo, Sofía Martínez, quien balbuceante y temblorosa rindió protesta ayer en medio de un aguacero de críticas en donde se le acusó de “espuria”, haber sido designada por “dedazo” y por ser una estudiante de Derecho que pasó de “panzazo”.
Sofía hace tres semanas no era nada, era invisible para los veracruzanos. Hoy es la magistrada presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura.
Para la 4 Transformación, la mediocridad, el nepotismo, las raterías e imponer a los amigos y vecinos, son virtudes.
Por ello este día, muy seguramente a sugerencia de los inteligentes asesores de Cuitláhuac García, se impone la Ruiz Cortines a un amigo marino de Andrés Manuel López Obrador, y eso que sí importa, el congraciarse con el patrón de México, en momentos en que Veracruz está en el suelo en materia de seguridad pública, medicinas y empleo.
Al carajo que de nuevo este mes, para no variar, el gober esté en los últimos cinco lugares de popularidad entre los veracruzanos. Valen sombrilla los números en materia de feminicidios y que el “dengue”, en pleno frio, siga azotando o que la leche del DIF tenga cucarachas.
Para el gobierno, la suma de agravios en este momento no cuenta.
Pero cuidado, la ciudadanía si lleva el registro. Los sectores productivos y de opinión cargan la bitácora del día a día. La ciudadanía lastimada y ofendida tiene en el caldero la olla de presión.
Lo de Berlín, al igual que lo de Yolanda Cecilia, no son asuntos menores. Representan una ofensa para la sociedad civil. Es el síntoma de la descomposición prácticamente instantánea de una nueva generación que arribó al poder sin saber para qué sirve y cuyo fin ulterior debería estar destinado al servicio de la sociedad organizada.
Un gobierno que olvida a su pueblo corre el mismo riesgo a la inversa.
Al señor gobernador se le han pasado por alto todos sus yerros y desaciertos. El maquillaje de sus dos que tres señalados aplaudidores no solo no le ayudan, sin confirman la regla… y como todo –más en política- hay fecha de caducidad.
La ciudadanía observa. Es sabia y siempre tiene en reserva un patíbulo. Solo es cuestión de tiempo.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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