–¡Nada! ¡Ande! ¡Vaya por una camilla para el paciente y encamínelo al quirófano!
La enfermera se dio la vuelta y se perdió entre los pasillos y quejidos de quienes igual esperaban ser atendidos en esa área de Urgencias. El hombre con dolores abdominales, se acercó al tipo de bata blanca y le dijo:
–¡Gracias, doctor!, pero ¿qué es lo que tengo para que me vayan a operar de emergencia?
–¡Ah! No soy Doctor, soy el director del Hospital…
–¡Cómo! Entonces, ¿qué hace aquí?
–Bajé a Urgencias porque me dijeron que había muchas quejas por la falta de atención…
–No, pregunto que si no es Doctor, qué es lo que hace aquí mandándome a operar sin saber a ciencia cierta si tengo que ser intervenido o no…
–Es verdad, señor, no soy Doctor, pero soy honesto, tan honesto, que yo voy a operarlo…
–¡Pero no sabe de medicina!
–Pero soy honesto...
Parece chiste, parece anécdota, y lo terrible, es que parece real.
A la fecha, no creo que ningún ciudadano, ningún mexicano, esté peleado con la idea de Andrés Manuel López Obrador de combatir la corrupción y para hacerlo, sólo hay una forma de llevarla a cabo: quitando a los corruptos de las instituciones. La oración es simple, lo complicado es hacer la tarea de investigación pues realizarla, implicaría tiempo, por eso, la Alternancia prefiere dos cosas:
1) Eliminar de tajo a todos los empleados colgándoles “ismos” como ocurrió cuando llegó Yunes Linares, en la que todos los trabajadores pareciera que traían una D, de Duartismo, marcado en la frente. Algo parecido, aunque con cierta medida, ocurrió en varias dependencias del Gobierno estatal con el arribo de Cuitláhuac y en la frente entonces apareció una Y.
2) Eliminar de golpe y porrazo a instituciones para hacer otras, como ocurre con López Obrador.
Aclaremos: “eliminar instituciones” no es como desaparecerlas, pero sí destruirlas por dentro, ¿cómo? poniendo gente que es Honesta pero carece de cualquier principio básico de lo que es la administración, protocolos y reglamentos bajo la idea de que todo, todo lo que hay antes del Lopismo, está sucio, corrupto y descompuesto ¡y ellos vienen a transformarlo!
Se insiste, uno no se pelea con la pretensión de acabar con la corrupción, pero se repite: se elimina a la corrupción, quitando al corrupto, no destruyendo una institución… ejemplo: una administradora del Issste, acá en Xalapa, amenazando con denunciar al ciudadano que la graba tras las quejas de éste por el desabasto de medicina, pero ella le dice que “no es servidora pública”... ¡Plop! ¡Alguien debió explicarle que sí es Servidora Pública! Bueno, realmente no era necesario eso, si entendiera lo que es el Servicio Público ¡ah! y recordara que igual, hay protocolos en el mismo Issste que le explican cómo interactuar con el derechohabiente… pero para qué leer reglamentos o protocolos, con ser Honesto basta.
Esos aires de autoridad moral con que se enseñorean muchos de los servidores de la nación, que no servidores públicos, sólo es el reflejo con que actúa su líder, a quien a la crítica llama grilla; a quien a sus críticos, llama conservadores; y a la corrupción en su gobierno, Cuarta Transformación, pero, tranquilos, no se espanten, puede que no sepa gobernar, administrar y mucho menos tenga pinta de estadista, pero ¡es honesto! ¿o qué? “¿A mí también me van a gritar?”
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