En el primero, al encuestar al varón, que se dijo el jefe de la familia, le preguntan: “ trabajó la semana pasada”?. En cuanto pasó el colaborador del INEGI a la esposa, la pregunta fue: “ usted trabaja”?
Es decir, por no declararse la jefa de familia, se asume que no trabaja, que no aporta.
Pero en un segundo caso, en el que la mujer declara ser la jefa de la familia, al preguntarle si alguien más vive en la casa con ella, al responder, “ mi esposo”, entonces la colaboradora del INEGI le dice: “ entonces usted no es la jefa de la familia”.
Terrible que una institución que busca entender cómo vivimos, para que se elaboren políticas públicas precisas para nuestro desarrollo, tenga como espíritu de su encuesta un profundo machismo que ofende y lastima.
¿Quien carajos diseñó esta preguntas y capacitó a quienes las aplican?
Son retrógrados disociados de una realidad que lacera. Inconcebible en un organismo que alguna vez fue orgullo de México.
¿De que les sirve tanta tecnología para el censo, si el corazón del mismo, si el espíritu que lo mueve es contrario a la lucha por la igualdad y el respeto a las mujeres?
Que vergüenza. |