Ese desdén, similar al que trae contra la prensa, los empresarios, la clase media y todos los que no están en favor de sus caprichos y tonterías, es el mismo que ahora impone a sus opositores aglutinados en FRENNA, a los que se han sumado millares de mexicanos en un singular respaldo.
Eso de pedirle a los 158 mil reunidos en el Zócalo capitalino, bajo la bandera, más que de Frenna, la nacional que le “echen ganas” y que el pone las “hamacas” para que se queden hasta finales de su sexenio, es un juego peligroso que polariza la de por si marcada división nacional.
Los panegiristas de AMLO sostienen que solo fueron cinco mil los reunidos en el Zócalo, pero así fueran 200 mil, tendrían como respuesta el desdén y la descalificación de un presidente que cada día se parece más a Hugo Chávez o Nicolás Maduro.
López Obrador cree que el pueblo de México, el no bendito por él, es estúpido; que no se da cuenta de sus atropellos y barbaridades; que ignora que gobierna en la crisis porque no sabe gobernar con las instituciones.
¿A poco cree que ignoran las mayorías, las no beneficiadas con ese pan y circo, que desde el arranque ha dispuesto del recurso público para el aplauso?
Y que está cierto que en lo que resta del sexenio nos seguirá vendiendo aviones, juicios sumarios a expresidentes, y mueras a la prensa chayotera. En realidad su convencimiento estriba en que minimizando la protesta tiene bajo control a la oposición, sin percatarse que la suma ciudadana es muy peligrosa, más cuando el propio Peje le pone sal a la herida con el menosprecio, la descalificación y la risita burlona.
Pensemos que Frenna queda frenado y que hoy su popularidad lo convierte en inderrocable, pero ¿Hasta cuándo?
El año próximo son las elecciones intermedias y por mas que le meta ruido, haga campaña desde Palacio con sus aliados, entregue carretadas de dinero y amenace a sus enemigos, el pueblo -el sabio, el ignorante, el bendito y el ateo- manda.
Y así como le entregaron 30 millones de votos en elección histórica, así se los habrán de retiran de seguir con ese gobierno de mentiras y cuentos largos.
López Obrador podrá seguir con sus engañifas y jueguitos mediáticos. No dejará el púlpito día alguno, pero ¡Cuidado! la gente ya descubrió sus simplezas y en una de esas le cerrará el telón del circo para dar paso a lo que verdaderamente se quiere, un mandato de verdad, no de ficción.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |