Al más viejo estilo priista la propaganda hace lo propio, cumple enmugrando el paisaje urbano y también el campirano.
Nos pinta, a la de a güevo, un mundo, el mundo de Cuitláhuac, feliz con su ¡Hemos cumplido!
Que si no se ejercieron mas de cuatro mil millones de pesos o que el gobierno tiene mas de mil 40 aviadores ¡Que importa!
Que si el nepotismo, las empresas fantasma, la falta de medicamentos ausentes por las raterías del Secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, quien ya tiene un chile que le embona, o las licitaciones sin concursos, el alza en los moches entre el 22 y 30%, las obras públicas de escenografía…
¡Shhh! Ya nos dijo el gobierno que de lo que no debemos de hablar debemos guardar silencio.
Pero ¿Y los feminicidios?
¿Y lo del saqueo a las arcas públicas en el Poder Judicial motivo del abusivo despojo del cargo a la magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Sofía Martínez Huerta?
¿Y lo de las transas en el Congreso del estado y desvíos millonarios en el área de la comunicación social? ¿Y lo del repartido escenográfico de la Secretaría del Bienestar, que según el super delegado Manuel Huerta, el violador, se ha cumplido a cabalidad?
Shhh…El silencio es el único que contesta las preguntas del pensamiento, ambos son cómplices callados de la palabra.
Pero además para que hablar de cosas feas.
¿No basta con que Cuitláhuac y el Bola 8, sacrifiquen sus fines de semana chapeando guarniciones?
Qué injusto es el pueblo.
Es que ¿no hemos sido testigos de cómo apenas y le da tiempo a nuestro gobernador de bajar a comprar unos tacos de tripa gorda a la vuelta de su Palacio, para seguir talonenando?
Vaya que si no somos malagradecidos.
A dos años de joda, Cuitláhuac ya dejó en paz los sabadabas y nadie se lo reconoce; como tampoco que sigue viviendo con sus papas ahorrando la renta de casa de Gobierno cosa que nadie publica.
Da cifras de abatimiento en la lucha contra la pandemia y nadie le aplaude… ni los niños con cáncer tienen ánimo a pesar de que ya se les dijo que pronto habrá medicamentos.
Y, lo peor, casi nadie le cree que bajo el índice delictivo por más que semana a semana se la pasa dando cifras y datos duros y repitiendo esas frases de “¡Hemos cumplido! ¡No daremos tregua a la delincuencia! y que en Veracruz hay paz y tranquilidad, aparte de los panteones, ya que la pandemia de Covid-19 nos pasó a requetechingar.
¡En fin!
Creo que los más de ocho millones de veracruzanos hemos sido injustos con Cuitláhuac García.
Nos quejamos de todo cuando estamos ¡a todisima madre! Criticamos nada más por joder y no queremos reconocer que Winckler fue el que nos jodió la vida para siempre.
Pero ¡hay un Dios!
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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