Por otro lado está la falta de cuidado en nuestra salud, sabemos perfectamente que todo exceso es dañino, sin embargo hacemos caso omiso, bebemos y comemos cualquier alimento, sin importar que tan saludable pueda ser.
El estómago recibe lo que ingerimos y lo procesa esperando contar con nutrientes propios para su fortalecimiento, sin embargo entre los líquidos que contienen una gran cantidad de saborizantes y alimentos enlatados, además de la chatarra que en las fiestas y reuniones son el latillo favorito flaco favor le hacemos a nuestro organismo, amén de la bebidas alcohólicas que en extremo el estomago recibe con alegría real o simulada.
Al tiempo nos enteramos él porque nosotros, nuestro amigo o familiar sufre las consecuencias, lo cual es demasiado tarde, tal vez sirve de momento saberlo, porque algunos tomamos la llamada de atención como una alerta, sin embargo pasado el tiempo seguimos sin cuidar nuestra salud, para evitar ser una víctima más.
¿Qué hacer? Ante esto muy poco, los críticos buscan un culpable y no hay otro más que el gobierno, primero porque no garantiza seguridad y segundo porque no tiene suficientes hospitales y medicinas para atendernos después de que a nuestro organismo le dimos un trato inmisericorde y atentatorio como para que de inmediato dejara de funcionar. En mi concepto parte de la solución somos nosotros mismos ¿Qué no?
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