Pero no solo se inclinó la balanza en su favor con la estrategia del miedo. Cada vez son mayores las denuncias por el tremendo cúmulo de irregularidades que se registran en varios conteos, donde los candidatos han detectado que no corresponde el número de boletas recibidas en las casillas contra los sufragios emitidos, pues en varios casos son más los segundos que las primeras.
A ello hay que agregar la también creciente violencia post-electoral, que ya obligó a que los cómputos oficiales de municipios como Santiago Tuxtla, Filomeno Mata y Tlacolulan sean trasladados a la capital veracruzana para que sea el propio Consejo General del Organismo Público Local Electoral (OPLE) de Veracruz el que lleve a cabo este miércoles el conteo de los votos, de acuerdo con lo reportado en las actas. Porque los sufragios reales ya no es posible contarlos: los quemaron en esos municipios.
El conflicto post-electoral parece ya inevitable. Este mismo martes, los dirigentes estatales de los tres partidos de las coaliciones Va por México/Veracruz Va, Marlon Ramírez del PRI, Joaquín Guzmán del PAN y Sergio Cadena del PRD, denunciaron irregularidades graves en municipios como Emiliano Zapata, Alto Lucero, Nanchital, Coatzacoalcos, Poza Rica, así como en los distritos de Xalapa rural y Orizaba, por lo que anunciaron que solicitarán la apertura de paquetes y el reconteo de los votos.
Aunque la impugnación de resultados y la judicialización de la elección forman parte natural del proceso y en pocas ocasiones llegan a prosperar, no puede dejarse de lado que muchas de las inconsistencias y los abusos de autoridad y de poder fueron reales, lo que representa una lamentable involución democrática para un estado como Veracruz, asolado por maleantes del crimen organizado y de la política, cuya línea divisoria es cada vez más difusa.
La manera como hoy el morenato se jacta de su “victoria” -¿a chingadazos quién no gana?- recuerda escenas del pasado, de la época de la “fidelidad”, cuando un gobernador se ufanaba de estar en “la plenitud del pinche poder” y de tener “todo el pinche poder en la mano” mientras corrompía todo lo que tocaba; o del duartismo, cuando celebraban con tremendas francachelas en Casa Veracruz cómo arrollaban a la oposición en elecciones en las que votaban más personas de las que estaban inscritas en el padrón electoral.
Por lo visto, a la “fidelidad” –con la que se identifican plenamente y de la que vienen varios de los “honestos” operadores de la “4t” en Veracruz- le salieron nuevos alumnos aventajados.
La zanahoria
El presidente Andrés Manuel López Obrador ya soltó la “zanahoria” para intentar atraer al PRI y que sea este partido el que le ayude a obtener las mayorías que busca para aprobar reformas constitucionales en el Congreso de la Unión.
Y aunque los priistas se hacen del rogar, no sería la primera vez que “chaquetearan”. Al cabo que Morena es como su hijo bastardo.
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