Ya después, con más tiempo, pensé que ese enojo era por default, por costumbre, porque los lopezobradoristas llevaban años perdiendo y acusando que habían sido víctimas de fraude, lo que fue cierto en algunas ocasiones e incierto en otras.
Pero ya se habían hecho a la idea de que después de una elección lo que seguía era el pleito, y lo siguieron, tal vez sin reparar en que esa vez habían ganado como nunca pensaron.
La cosa es que todos los meses que transcurrieron desde la elección del 2 de junio a la toma de posesión del 1º de diciembre de 2018 fue un litigio continuo de los vencedores contra todos, y entre ellos mismos.
Ya después de que tomaron posesión, ¡la cosa se puso peor!
Y ahora vinieron las elecciones de 2021, con resultados en claroscuro para el partido en el poder, y resulta que ahora andan felices, celebrando como si hubieran ganado igual que hace tres años.
¿Quién los entiende?
Pero la supuesta victoria morenista del pasado domingo fue pírrica, similar a la del rey griego Pirro, que exclamó después de alzarse con el triunfo en Asculum en contra de los romanos -aunque con una gran pérdida de hombres-: “Otra victoria como ésta, ¡y perdemos la guerra!”.
Pues resulta que los morenos, tan contentos que andan, no tuvieron una buena jornada, a juzgar por los resultados.
- Perdieron 50 diputados de su partido en la próxima Cámara federal
- No obtuvieron la mayoría calificada en unión de sus aliados para poder reformar la Constitución.
- Los 30 millones de votos de 2018 se convirtieron en 16 millones en 2021. Perdió AMLO 14 millones de votantes a su favor, con apenas dos año y medio de mandato.
- Perdieron los morenos su bastión histórico, la Ciudad de México, y tuvieron que dividir las alcaldías con la oposición.
- Perdieron el registro federal los tres partidos satélites que impulsó López Obrador: Redes Sociales Progresistas, Fuerza por México y Partido Encuentro Solidario.
El gran ganador de esta elección fue el pueblo, ése que acudió a votar en una elección organizada por ciudadanos y llevada a cabo por el INE incluso en contra del poder del Gobierno federal.
Así, pues, ¿qué celebran?
El carnaval del mundo engaña tanto
que las vidas son breves mascaradas.
Aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.
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