Una. El pésimo desempeño de Roberto Ramos Alor. La prepotencia ante los reclamos populares por la falta y tardanza en la distribución de medicamentos vitales para niños con cáncer, así como su protagonismo estéril de quererse mostrar como un médico cercano al pueblo que lo alejaba de sus responsabilidades administrativas y la conducción de una de las dependencias más dependientes de dirección y guía.
Dos. Los frecuentes desencuentros que tuvo con la diputada local por la fracción del PRI, Anilú Ingram Vallines, que terminaron en una denuncia formal por violencia política y discriminación ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Tres. El reporte oficial del INSABI exhibido mediáticamente por la senadora panista Índira Rosales San Román, que señala el ocultamiento de más de 800 mil medicamentos que no han sido distribuidos y que en su mayoría se encuentran a punto de caducar.
El tema es que cualquiera de las tres hipótesis antes expuestas hubiera sido más que suficiente, no para una precipitada renuncia a motu proprio, sino inclusive para un cese fulminante por la reiterada ineficiencia de Roberto Ramos Alor.
Aún así, el respetable público no ha quedado satisfecho con la renuncia de Ramos Alor porque se necesita una investigación a fondo e integral de su gestión y eso sería lo procedente, pues en definitiva si bien él es el responsable directo de la ineficencia, también debe haber otros funcionarios que le ayudaron a derrumbar la dependencia.
En esa tesitura cabe preguntar qué tipo de responsabilidad puede resultarle (administrativa o penal) a Roberto Ramos Alor, sobre todo por la falta de distribución de medicamentos vitales para la salud, y qué responsabilidad le merecerá también al Órgano Interno de Control y a la Contraloría General del Estado y a su titular Mercedes Santoyo Domínguez, pues dentro de las actividades primordiales de esa dependencia está la de checar permanentemente inventarios y las entradas y salidas de adquisiciones.
Este caso es por demás penoso porque tuvieron que pasar casi 4 años para que Roberto Ramos Alor saliera de la dependencia pese a su evidente falta de capacidad y su magro desempeño, y que ha embarrado a quien supuestamente lo recomendó para el cargo.
En los cafés y en columnas políticas se afirmó desde la llegada de Roberto Ramos Alor a Salud, que su madrina política es la titular de la Secretaría de la SENER, Rocío Nahle, a la que se le complica el tema pues otra de sus recomendadas, la extitular de Turismo, Xóchitl Arbesú Lago, también resultó un soberano fiasco.
¿Imagínese que ya como gobernadora vuelva a nombrar en salud y en turismo a sus amigos Roberto y Xóchitl, o a funcionarios de esa escasa capacidad? Así que lo procedente sería que Rocío Nahle saliera al paso del tema y aclarara públicamente si ella los recomendó para que entraran al gabinete de Cuitláhuac o también influyó para que se fueran.
Sígame en @frlicona |