La jornada de oración por la paz llevada a cabo ayer es una seria advertencia de que el hartazgo por la inseguridad ha llegado al límite. No ha funcionado la política --no estrategia-- de abrazos, no balazos.
Ojalá sea de utilidad esta implícita manifestación pacífica en pro de la paz y en contra de la violencia
Cambio de tema. Entre 1987 y 1988 visité a Luis Echeverría en su residencia de San Jerónimo. Años después coincidimos en una reunión, también en Ciudad de México. Como periodista, me interesaba conocerlo en persona y entrevistarlo.
Durante su régimen se habló de intentos de golpe de estado, reelección, mini maximato y búsqueda del premio nobel de la paz. Al dejar la presidencia, se postuló para dirigir la ONU y perdió.
Con sus asegunes, existen algunas similitudes entre Echeverría y López Obrador. En este gobierno también corren rumores reeleccionistas, golpistas y de diversa índole.
Mis preguntas nunca fueron contestadas por el polémico expresidente. Habló, habló y habló y lo único que me dijo mirándome directo con sus pequeños ojos, fue:
--Por poderoso que sea, un presidente no siempre puede hacer todo lo que quiera.
En el resto de mis preguntas, me bateó.
A la edad de 100 años se fue el viernes y ya no hablará más de la masacre del 2 de octubre de 1968 ni del halconazo del 10 de junio de 1971. Cientos de estudiantes perdieron la vida en estos trágicos eventos en los que Luis Echeverría figuró como actor político central. |